Con la instrucción de Mussolinni y la frustración fresca de los castigos impuestos a los alemanes, Hitler impulsó ese resentimiento en una sola dirección, un partido nacionalista-socialista que resaltaba 25 puntos básicos: que Alemania desconociera el Tratado de Versalles, que ningún judío sea considerado compatriota alemán, que ningún no-alemán ocupe altos cargos, limitar y controlar la información que se expusiera, etc.
Durante esta guerra, los corazones alemanes se llenaron de terror, odio, aprensión, confusión y rechazo. Entre ellos mismos y para el resto del mundo.
La segunda guerra, terminó con desastrosos reultados: más de 50 millones de muertos, de todas las
razas, edades, nacionalidades, ideales y bandos; la demostración de las armas que el ser humano es capaz de fabricar para hacer daño a otros.
Al terminar la guerra, luego de la creación de la ONU, tras la detonación de las bombas nucleares, al observar lo que ocurría en los campoes de concentración, por todo el mundo se alzaron voces de protesta. Se exigía que se establecieran de una vez por todas aquellas leyes que protegieran al hombre como hombre, no como una cosa o número.