Toom vivía en un pequeño pueblo de Bangkok, Thailandia, en un hogar de campesinos. Desde niño, se dio cuenta de que no era como los demás chicos, que se sentía como una mujer en el cuerpo de un hombre.
Desde siempre, Toom mostró a su familia que se sentía una mujer: se pintaba labios y se vestía como una mujer, y solía moverse a la manera de un baile que vio en un espectáculo de la feria y se fijó en una bailarina que le dejo asombrado.
En aquella época era costumbre que las familias pobres enviasen a sus hijos a un templo budista. Como los padres de Tom eran pobres, y su madre estaba en presa, le enviaron a uno de esos templos. Los monjes le enviaron a un templo en las montañas, donde ingresó como novicio. Después de abandonar el tempo, conoció a una chica que le ayudó a sacar a su madre de la cárcel y a conseguir un trabajo para ganar algún dinero.
Transcurrieron unos años, Tom, asociado con una chica, era vendedor de bisutería en una feria. Un día, la chica le invitó a que le acompañase a ver un combate de Muay Thai, una especialidad de boxeo, en el que también participaba el hermano de Tom. Un luchador le retó a una pelea y aceptó. Toom, no se lo podía creer: venció. Días después, acompañó a su hermano a un campo de prácticas, quería saber lo que se sentía siendo un luchador. Tom se quedó a vivir allí, donde también vivían otros chicos.
Poco a poco fue ganando algún que otro combate. Pasado un tiempo, cuando su entrenador vio que Tom tenía madera para luchar, su mujer le llevó a un lugar en las montañas, donde practicaban con nuevas técnicas de combate más especializadas. Mientras tanto, Tom, en los combates, se vestía con ropas de colores llamativos, se pintaba y hasta se dejó crecer el pelo: eso le daba más fuerza interior para vencer.
Al cabo del tiempo, Tom ganaba combates y se iba haciendo con una buena reputación, hasta, que un día, el jefe observó que era un buen luchador y le seleccionó para hacer una gira por Bangkok. Pretendía que se convirtiese en un gran campeón; pero, desde que llegó, Tom sufrío humillaciones a causa de su identidad.
Toom tomaba hormonas femeninas, y eso le debilitaba , lo que le hizo que perdiera muchos combates y, a la vez, su reputación.
Tom regresó a su pueblo de origen. Al poco tiempo de haber regresado, su manager le propuso un combate contra una luchadora de lucha libre. Tom aceptó y ganó. Para entonces ya era ella.
La historia de Toom es una muestra de cómo una persona, que desde niño tiene un conflicto de identidad, debe
enfrentarse a una sociedad de hombres, en la que tiene que sufrir el desprecio y la humillación de los demás. Pero Tom tenía claro que era mujer, porque así lo sentía, aunque hubiese nacido en un cuerpo de hombre, a pesar de las humillaciones y, al final, se sometió a la operación de cambió de sexo para ser una mujer completa.
Kathoey
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