antes de elegir en contra de la opinión pública. Aunque este artículo lo muestra
como algo posiblemente nocivo, no tiene por qué serlo, ya que la democracia exige
la representación de la voluntad del pueblo; no es un medio para otorgar a los
funcionarios el privilegio de elegir por encima de la voluntad de los demás.
Así mismo, la denuncia, anteriormente reprimida y censurada, hoy puede volverse
viral con la publicación de una foto o un video y alcanzar al más alto mando por
medio de una mención o etiqueta a las cuentas de los servidores públicos. Este
aspecto es de suma importancia, pues existen más voces que callar, son más
difíciles de identificar y se vuelve casi imposible fingir no estar al tanto de estas
denuncias.
Ejemplos de movimientos que han surgido y se han vuelto virales gracias al internet
van desde las variadas denuncias de WikiLeaks, #yosoy132, y hoy por hoy la
protesta contra las leyes secundarias de la reforma de telecomunicaciones. No
todas ellas tienen éxito, pero están generando un ruido sin precedente. Quizá el
gobierno pronto siga los pasos del sector privado que ha cambiado, por ejemplo, su
cadena de suministro a raíz de las denuncias hechas por Greenpeace y las millones
de firmas electrónicas recaudadas.
El papel de las redes sociales en la política está comenzando, los gobiernos están
al tanto y están teniendo cuidado. El cuidado se esperaría que fuera en el sentido
de escuchar al electorado y prestar atención a lo que se opina sobre las decisiones
que están siendo tomadas, no que se decida legislar en pro de la censura y en miras
a obtener datos que eliminen el anonimato que brinda publicar en internet. Es
importante que no perdamos una de las mejores armas que tenemos para denunciar
y expresar nu