Uno de muchos emprendimientos
La familia Burgoín Ceja, originaria de la comunidad rural de El Cardón, creó una empresa ecoturística para el monitoreo científico de tortugas marinas. Con su trabajo, han aportado al estudio de más de mil tortugas marinas en la Laguna San Ignacio, en Baja California Sur, al noroeste de México.
Su actividad consiste en hacer partícipes a los turistas de la experiencia de trabajar en un monitoreo. Los ingresos que obtienen aportan a la economía familiar y comunitaria, a la vez que financian los trabajos de conservación e impulsan la educación ambiental.
“Cuando yo tenía 15 años, iba al mar con mi papá y mis tíos. La pesca de tortuga ya era difícil en aquellos años y se batallaba para capturarlas; una o dos, cuando mucho. Con el paso de los años, conocí gente que se dedicaba a conservarlas”, recuerda Francisco Burgoín, más conocido en la zona como Pancho. Eran integrantes del Grupo Tortuguero de las Californias (GTC), una red dedicada al monitoreo de tortugas y educación ambiental con base en La Paz, Baja California Sur.
Con ellos, Burgoín aprendió sobre la captura de tortugas con fines científicos: medir, pesar, tomar fotografías, marcarlas con una placa de identificación y liberarlas de nuevo en el mar eran la base del trabajo para conocer su estado de conservación.
Recientemente, la editorial española www.libros.com publicó un álbum ilustrado muy especial. Se trata del primer cuento realizado por dos venezolanas, amantes de las tortugas marinas, que han realizado labor de observación de estos admirables reptiles en la Península de Paria, oriente venezolano, junto a la bióloga y especialista Hedelvy Guada.
Después de asistir a varias temporadas de anidación de tortugas marinas Laúd (también conocidas como Cardón) en la playa de Querepare, en el oriente venezolano, ocurrió la magia.
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Nuevo Libro: Santa Fé y sus Huevos Color Luna