Los empaques perfectos de Dios
“ Javier: fíjate en este huevo: bello, resistente, hermético, limpio y práctico. Nadie ha podido igualar un empaque tan perfecto.”
Juan José Hinojosa
De una forma u otra, mi vida siempre ha estado ligada a los empaques. Durante muchos años, mi padre trabajó como director comercial de Vitro y desde niño me platicaba de las bondades del vidrio para contener y preservar líquidos así como su posibilidad de reusarse o fundirse indefinidamente. Era la época en que tomábamos agua de la llave, mi madre iba al mercado con bolsa del mandado y las botellas de refresco y leche tenían valor y se recirculaban, los mismos camiones de reparto las regresaban vacías al embotellador donde se lavaban en grandes máquinas, se rellenaban y retornaban a la tienda dando cientos de vueltas.
Por azares del destino de joven comencé con una pequeña imprenta en la ciudad de México, emprendimiento que años después iba a transformarse en la fábrica de etiquetas de papel más importante del país y de ahí a cajas de cartón, oficio que me ocupa y desvela actualmente.
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