y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.
Calderón de la Barca (1635). La vida es sueño.
“Finalmente, considerando que los mismos pensamientos que tenemos estando despiertos pueden
también ocurrírsenos cuando dormimos, sin que en tal caso sea ningún verdadero, resolví fingir que todas
las cosas que hasta entonces habían entrado en mi espíritu no eran más ciertas que las ilusiones de mis
sueños.”
Discurso del método. Cuarta parte,1. R.Descartes
3) La imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño permite dudar de la existencia de las cosas y del mundo,
pero esto no parece afectar a las matemáticas. Las matemáticas dormidos o despiertos, los tres ángulos
de un triángulo suman 180 grados en la geometría euclidiana. Del mismo modo, sin embargo la duda
metódica avanza inexorablemente y supone que el mismo sujeto se puede auto-engañar. Frente a este
motivo de duda –la omnipotencia de Dios- cabe echar mano de la suprema bondad de Dios: un Dios
bueno y verdadero no querrá engañarme. Con todo, es una hipótesis muy rebuscada la de un Dios
engañador. Así pues es preciso un último paso, radicalizar los motivos de duda. Y así plantea Descartes la
hipótesis de un genio maligno.
“Supondré que hay, no un verdadero Dios –que es fuente suprema de verdad -, sino cierto genio maligno,
no menos artero y engañador que poderoso, el cual ha usado toda su industria para engañarme”.
Meditaciones metafísicas Descartes.
La duda llevada hasta este extremo parece abocar indefectiblemente al escepticismo. Esto pensó Descartes
durante algún tiempo hasta que, por fin, encontró una verdad absoluta indubitable inmune a la duda metódica,
esto es, la existencia del propio sujeto que piensa y duda. Si pienso que el mundo existe, tal vez me equivoque
en cuanto a la existencia del mundo, pero no cabe error en cuanto a que yo lo pienso; igualmente, puede dudar
de todo menos de que yo dudo. Mi existencia, pues, como sujeto que piensa (que duda, que se equivoca, etc)
está exenta de todo error y de toda duda posible. Descartes lo expresa con el “Pienso luego existo” también se
puede encontrar como “Cogito ergo sum”.
“Pero advertí en seguida que aun
queriendo pensar, de este modo es
falso, era necesario que yo, que lo
pensaba, fuese alguna cosa. Y al
advertir que esta verdad –pienso
luego soy- era tan firme y segura que
las suposiciones más extravagantes
de los escépticos no eran capaces de
conmoverla, juzgué que podía
aceptarla sin escrúpulos como el
primer principio de la filosofía que
buscaba.”
Discurso del método. Cuarta parte, 1.
R.Descartes.
Mi existencia como sujeto pensante
no es solo la primera verdad y la
primera certeza: es también el prototipo de toda verdad y de toda certeza. ¿Por qué la existencia del sujeto
pensante es absolutamente indubitable? Porque se percibe con toda claridad y distinción. De esto Descartes trae
un criterio de certeza, todo cuanto perciba con igual claridad y distinción será verdadero y, por tanto, podrá
afirmarse con inquebrantable certeza.
3.3. El cogito y sus ideas
Tenemos ya una verdad absolutamente cierta sobre la cual edificar el edificio del saber, esto es la indubitable
existencia del sujeto pensante “cogito ergo sum”. Dicha existencia indudable del yo no parece implicar, sin