Descartes concibe la sabiduría humana como un todo orgánico, es decir como un sistema orgánico. De este
modo ayudándose de una metáfora establecería la siguiente estructura. Las raíces son la metafísica, el tronco
sería la física (llamada por aquel entonces filosofía natural) y las ramas las otras ciencias, fundamentalmente la
medicina, la mecánica y la moral. Todas las ciencias son consecuencias del uso de la razón, que es una y la
misma con independencia del campo al que se aplica. El conocimiento debe ser cierto y evidente, de esta
manera esta evidencia se obtiene mediante las dos “acciones” del entendimiento legítimas: la intuición y la
deducción. La intuición para el descubrimiento de las primeras verdades, que serán precisamente las raíces del
árbol del conocimiento; la deducción para la fundamentación del resto de verdades. Con la metáfora del árbol del
conocimiento Descartes quiere señalar también la primacía de la filosofía respecto de las otras ciencias pues sin
ella los conocimientos no adquieren una fundamentación última.
3.2.1. Método cartesiano.
El objetivo de Descartes era descubrir un conocimiento seguro, indubitable y estable, situado precisamente
más allá de toda duda razonable, cosa que no garantizaba ningún sistema ideacional de la época. Dicho de
otro modo para Descartes la cultura científico-filosófica de la época, la tradición aristotélica-escolástica, la
naturalista y vitalista del Renacimiento, ninguna de ellas garantizan en modo alguno el conocimiento seguro.
Por su parte Descartes, admiraba las matemáticas “por la certeza y evidencia de sus razonamientos”, adquirió
de esta que todo conocimiento debería regirse por los procedimientos propios de la matemática en última
instancia.
“Y como la multitud de leyes sirve a menudo de disculpa a los vicios, siendo un Estado mucho mejor regido