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DERROTA MUNDIAL
EL TALÓN DE AQUILES DEL NACIONALSOCIALISMO
El nacionalsocialismo había surgido como la llama de un movimiento ideológico
opuesto al marxismo-israelita. Sus enemigos naturales eran Moscú y los círculos judíos de
Occidente. Estos se hallaban empeñados tanto en ayudar a la URSS como en evitar que el
nacionalsocialismo siguiera poniendo al descubierto los sistemas de explotación del Reino
del Oro.
Tales eran los enemigos exteriores de la Alemania de Hitler. Mas en el interior había
un punto débil, un talón de Aquiles, y paradójicamente este punto débil lo formaban los
conservadores y la mayoría de los generales. Eruditos y eficientes en su profesión, muchos
de los generales eran esencialmente apolíticos, quizá hasta la exageración.
No concebían que los nuevos tiempos reclamaran de un país la más firme y absoluta
unidad; unidad de pensamiento y de acción. Creían que la nueva doctrina debería limitarse
a la calle y a los partidos, pero sin absorber a la tropa. Su criterio extraordinariamente
especializado llegó a creer que el ámbito militar debería formar un mundo diferente, y
autónomo dentro de la nación.
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Y es curioso que en su afán de políticos a ultranza muchos generales cayeran en el
error de hacer una política blanca, aséptica; una política carente de meta nacional. La
campaña de vacío que trataron de formar para el ejército fue consecuentemente el primer
punto débil del movimiento nazi. Así fue como en mayo de 1933 la presión de los gene-
rales evitó que el partido nazi absorbiera a los militares. Y así fue como el general Werner
Von Frítsch, comandante en jefe del ejército, daba a sus subalternos un ejemplo de
desprecio hacia el nuevo movimiento político. Su sucesor, Von Brauchitsch, mantenía
lazos con los social-demócratas, que no. eran sino la bifurcación más desleída y timorata
de los izquierdistas, y llegó a participar en juntas antinazis tendientes a un golpe de Estado,-
cosa que dejó de hacer hasta que Hitler vigorizó su posición tras la unión pacífica de
Austria.
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Y así fue también como el general Ludwig Beck, que hasta octubre de 1938 ocupó el
cargo de jefe del Estado Mayor General, sustentaba la irrealizable tesis de que el ejército
alemán no debería combatir contra nadie. Era éste un general y un alemán muy extraño;
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Años después, terminada la guerra, el general Von Manteuffel escribió contra ese error: "El
estrecho ligamen de las acciones políticas y el despliegue del poder militar en el sistema
bolchevique obliga, si es que se confía en poder oponer una resistencia a este poder, a echar por
la borda el concepto anticuado de un ejército apolítico".
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El proceso de Nuremberg.—Broadcasting Corporation.
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