DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 98

Salvador Borrego
El diplomático Von Papen, en muchos aspectos opositor a Hitler, refiere así aquellos momentos: " La fantástica ovación había llevado a estos jefes de partido,‘‘ ya curtidos, a un estado de éxtasis. Era una experiencia extraordinaria, y la repetición incesante del grito triunfal: ' Heil, Heil, Sieg Heil ' sonaba en mis oídos como un toque de somatén. Cuando Hitler se volvió hacia mí para hablarme, su voz parecía ahogada por sollozos: Qué tarea inmensa tenemos ante nosotros, Herr von Papen; nunca debemos separarnos hasta que nuestro trabajo esté terminado ".
Aunque fotografías y noticieros de las más diversas fuentes captaron como testimonio viviente el júbilo con que la provincia austríaca se adhería a la comunidad alemana, y aunque los corresponsales extranjeros informaron de ese estado de ánimo, una corriente propagandística mundial no tardó en referirse a Austria como a un país inicuamente sojuzgado, aunque quedaba sin explicación el hecho de que los " sojuzgados " aclamaran gozosos en las calles a sus " sojuzgadores " y de que no hubiera ni un tiro, ni un acto de sabotaje, ni una protesta.
El 18 de marzo los obispos católicos austríacos, encabezados por el cardenal Innitzer y el arzobispo Waitz, declaraban: " Nosotros reconocemos con satisfacción la relevante tarea que el movimiento nacionalsocialista ha desempeñado y desempeña en el terreno de la reconstrucción popular y económica, así como su política social para el Imperio alemán y para los más pobres estratos populares. Nosotros tenemos también el convencimiento de que el peligro destructor del bolchevismo ateo fue rechazado merced a la acción del movimiento nacionalsocialista ".
El plebiscito efectuado el 10 de abril de ese mismo año de 1938 arrojó un resultado de 4.273,000 votos en favor de la fusión y 11,000 en contra.
La incorporación de Austria a Alemania era mil veces menos objetable y discutible que la anexión de Georgia, Azerbaiján, Armenia, Kaskastán, Uzbekistán, Turkmenia, Tadjikia y Kirghisia a la URSS, ya que estas ocho provincias o países soberanos totalizaban 25 millones da habitantes que en su mayoría ni siquiera hablaban el ruso. Entre ellos y sus anexadores no había lazos de sangre, ni de religión, ni de costumbres. Su incorporación no fue en todos los casos pacífica e incruenta, sino realizada bajo el persuasivo recurso del terror y de las " purgas ".
No obstante, un discreto manto de silencio, apenas descorrido en esporádicos y comedidos relatos " objetivos " había solapado la expansión de la URSS, en contraste con la » forma sensacionalista y capciosa con que se pretendía hacer del caso austríaco un motivo de agitación mundial contra Alemania.
Y es que estaba ya erigiéndose el escenario para lanzar a Occidente a una guerra ajena y hasta perjudicial a sus intereses.
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