DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 80
Salvador Borrego
hacía de esto un motivo de agitación en Inglaterra, a efecto de sabotear la amistad germano
británica. Agregó que Alemania no debería querellarse más con Inglaterra, sino "hacer
frente con fuerzas concentradas" al movimiento judío-marxista y a las masas bolcheviques
convertidas en ciego instrumento de éste.
Más explícito al escribir en 1926 la segunda parte de "Mi Lucha", Hitler reiteraba así
su determinación de no combatir contra el pueblo británico: "Por propia experiencia
sabemos nosotros hasta la saciedad cuán difícil es llegar a reducir a Inglaterra. Aun pres-
cindiendo de esto, yo como germano preferiré siempre, a pesar de todo, ver la India bajo
la dominación inglesa que bajo otra cualquiera".
A la luz de esas consideraciones, que eran asimismo proclamadas por el movimiento
nazi, no tenía nada de extraño que Hitler tratara de ganarse la amistad de Inglaterra y
Churchill aun antes de que llegara a la Cancillería del Reich. Así lo reconoce el propio
Churchill en sus memorias: "El verano de 1932 —un año antes de que Hitler asumiera el
Poder y siete años antes de la guerra— estuve en Munich. Fui visitado por Herr
Hanfstaengl, enviado de Hitler. Trataba de hacerse simpático. Después de la comida tocó
todos los aires musicales de mi predilección. Me dijo que debería conocer al Führer. Hitler
venía al hotel todas las tardes y tenía seguridad de que me vería con agrado. En el curso de
la conversación se me ocurrió preguntar: ¿Por qué el jefe de ustedes se muestra tan
violento con los judíos?... Más tarde, cuando se había vuelto omnipotente, habría yo de
recibir varias invitaciones de Hitler. Pero ya entonces habían ocurrido muchas cosas y tuve
que excusarme".
Fueron entonces las primeras veces que Churchill dejó a Hitler con la mano tendida.
Y no habrían de ser las últimas... La enemistad entre el judaísmo y el movimiento
nacionalsocialista de Hitler se levantaba como escollo insalvable de la amistad entre
Alemania y, el pueblo británico.
Parecía absurdo e inverosímil, pero así era. Ya en 1920 Henry Ford había hablado en
"El Judío Internacional" acerca de la increíble preponderancia que los israelitas lograron
secretamente en Inglaterra desde mediados del siglo pasado, cuando el judío Disraeli fue
Primer Ministro y jefe político de los conservadores. Después han figurado
prominentemente Lord Reading, en el Gabinete; Lord Rotschild, en las finanzas; Lord
Northcliffe, o sea Isaac Harmsworth, en la prensa; Harry Pollit y Arthur Horner, en la
organización de células comunistas; Norman Montagu, como director del Banco de In-
glaterra; Sidney Silverman en el Parlamento; Samuel "Hoare (conocido corrió vizconde
Tómplewood) en diversos ministerios, y otros muchos. Se considera que den familias de la
alta nobleza británica, en su mayor parte de origen judío, son las que dirigen la política del
reino. El periódico norteamericano "Common Sense" publicó que el propio Churchill es
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