DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 79
DERROTA MUNDIAL
manejo de fondos y que haría expulsar a Hopkins, a Harold Kkes y a otros comunistas...
Cuando se nombró a Hopkins Secretario de Comercio, el 'Chicago Tribune' dijo: Esta
designación es la más incomprensible y la menos defendible de cuantas ha hecho el
Presidente". Pero confiado en sus influencias y en las de quienes los sostenían, Hopkins
decía: "Habrá impuestos y más impuestos, gastos y más gastos y seremos elegidos una y
otra vez". Y así fue. Los auténticos intereses del pueblo norteamericano habían pasado ya
a un lugar secundario desde el cual no podían normar el destino del país. El Estado
judío, dentro del Estado norteamericano, era en ese momento el que imponía el
derrotero. Y lo más admirable —por su habilidad política— fue que con el dinero de los
propios contribuyentes norteamericanos se compraran indirectamente los votos para las
reelecciones de Roosevelt, que garantizaron la continuidad de la influencia judía, contraria
a los mismos contribuyentes. El instrumento de esta maniobra se llamó "New Deal" (Nuevo
Trato).
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La comisión senatorial de investigaciones antiamericanas, presidida por Martín Dies,
conmovió al pueblo con sus denuncias. Había descubierto que funcionaban 10 editoriales
que hasta 1938 llevaban distribuidos 15 millones de ejemplares de propaganda prosoviética
y que existía n nexos comunistas en numerosos periódicos, en las ligas de nudistas, en
sociedades defensoras de negros y hasta en agrupaciones que tendían la mano a los
cristianos. El padre Coughlin hablaba por radio para denunciar muchas de estas
maniobras. El general Pershing, de la Legión de Antiguos Combatientes, lanzó asimismo
una voz de alerta ante la infiltración bolchevique, pero en todas partes había células rojas
que ahogaban estas denuncias, y el propio Roosevelt paralizó a la Comisión Dies.
INGLATERRA VALLADAR CONTRA LA MARCHA HACIA MOSCÚ
Desde antes de la primera guerra mundial Adolfo Hitler pensaba que Alemania
debería rehuir el conflicto con Inglaterra y Francia, desistiendo de su expansión en
ultramar, a cambio de adquirir nuevos territorios en la Europa Oriental. Consideraba que
si Inglaterra —después del aniquilamiento de España y los Países Bajos como potencias
marítimas— concentró a principios del siglo XIX sus energías contra Francia, lo hizo
exclusivamente porque Napoleón I puso en peligro la hegemonía británica. Y creía que si
otra potencia europea volvía a interferir el dominio inglés en las colonias, sería igualmente
combatida por la Gran Bretaña. Alemania no debería correr esa aventura.
Años después, ya como jefe del naciente movimiento nacionalsocialista, Hitler repitió
muchas veces esa idea en sus discursos, y en 1923 la proclamó así en "Mi Lucha" y acusó
categóricamente a la prensa judía de que alentaba en Alemania el rearme naval y luego
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Roosevelt y Hopkins.—Por Robert E. Sherwood.
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