DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 659
DERROTA MUNDIAL
ayudaron económicamente a los marxistas soviéticos; judíos Félix Frankfurter, Harry
Hopkins, Bernard Baruch, Samuel Untermeyer, Morgenthau y otros muchos que rodearon
a Roosevelt y lograron que el pueblo norteamericano fuera lanzado a una guerra ajena en
defensa del bolchevismo soviético; judíos los espías Pontecorvo, Fuchs, Greenglass, Gold,
Judith Copien y Julius Rosemberg, que durante el régimen de Truman entregaron secretos
atómicos a la URSS; y judíos, por último, los que aún ahora están adormeciendo a todo el
Occidente con la falsa impresión de que sin hacer nada puede salvar el abismo que de
pronto ha visto a sus pies.
2º NACIONALISMO.—Las medidas coercitivas de los zares contra la agitación política
judía, y la advertencia de Federico Nietzsche en 1886 (de que la astucia disimulada del
hebreo y el primitivismo del ruso serían los factores de la gran lucha del siglo XX por el
dominio del mundo), representan ya los primeros síntomas de un nacionalismo que se
sentía amenazado por el fino enervante del internacionalismo hebreo.
La alarma de los oficiales prusianos contra el bolchevismo en 1918 y la comisión al
cabo Hitler para vigilar los progresos de esa exótica doctrina en Alemania, representan a su
vez el primer paso del nacionalsocialismo, cuya esencia radica en exaltar los valores de la
raza y de la patria, en lucha a muerte con la internacionalización propiciada por el
marxismo.
Cuando en 1919 nació el Partido Obrero Alemán, Hitler habló de la necesidad de
liquidar las querellas con Inglaterra y Francia, es decir, con Occidente, y de marchar contra
la sede del bolchevismo judío entronizado en la URSS.
Esa trayectoria se mantuvo siempre categórica y clara; cuando en 1920 Hitler marchó al
frente de su Partido; cuando en 1923 escribió "Mi Lucha" en la prisión; cuando en 1933
asumió parcialmente el Poder; cuando en 1935 se convirtió en el jefe absoluto de
Alemania; cuando en 1939 quiso negociar para abrirse paso a través de 60 kilómetros de
Polonia y montar la ofensiva antibolchevique; cuando en octubre de ese mismo año tendió
su mano a Inglaterra y a Francia; cuando vencida Francia en 1940 volvió a tenderla a ambos
países; cuando a principios de 1941 se disponía a lanzarse contra la URSS, y en otras mil
ocasiones, hasta llegar a su dramático fin de la Cancillería de Berlín, donde lo que restaba
de sus cañones apuntaba hacia el Ejército Rojo y no hacia el Occidente.
La historia de la segunda guerra mundial es la historia del nacionalsocialismo de Hitler
luchando por abatir al marxismo judío, mientras el judaísmo internacional luchaba por
salvarlo. A este término sencillo se reduce el conflicto de 1939-45.
En esa contienda lo mismo perdió Alemania —que era la fuerza antibolchevique— que
todos los pueblos occidentales lanzados en contra de ella como instrumento del
movimiento político judío. La guerra no era de estos pueblos y por tanto la victoria
tampoco.
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