DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 658

Salvador Borrego ANTE EL ABISMO Desde que la luz del entendimiento abrió horizontes a los destinos del hombre, un anhelo de justicia ha titilado en lo más profundo de su ser. A través de milenios esa llama ha sido barrida por el vendaval, pero no extinguida. En el siglo pasado un movimiento político judío —que dos mil años antes había sido ya desahuciado de su ambición de hegemonía mundial— tomó como punto de apoyo ese anhelo insatisfecho de justicia social. Lo tomó como apoyo, como coraza, como instrumento, como engañoso estandarte, pero no como meta de un ideal. Ese movimiento político se llamó marxismo, comunismo, bolchevismo... Sus engañosos fulgores atraen grupos desvalidos, mas no para reconfortarlos, sino para usarlos como instrumento. Y los primeros mendrugos que se arrojan a esas masas no son el principio de un banquete, sino el cebo de una trampa. La palanca de la inteligente conjura se apoyó en las insatisfechas necesidades de los pueblos y en esta forma les agravó su desventura. A su calidad de proletarios se añade ahora la de ciegos combatientes por un poder ajeno. Así nació el bolchevismo en Rusia, y así se planeó su extensión al mundo entero, es decir, su internacionalización. Mediante la "revolución mundial" abrumadoras multitudes quedan uncidas a un mismo amo y a una misma causa, oculta por ahora. Y como reacción contra ese movimiento político israelita —no contra el anhelo de justicia social— surgió en 1920 el movimiento nacionalsocialista. En otras, palabras, socialismo nacional, justicia social dentro de los límites de cada nación; con bandera, costumbres, tradiciones y fronteras propias, sin un amo internacional, sin una consigna mundial, sin móviles de venganza anticristiana. La trayectoria de esos dos movimientos hasta su choque armado en la pasada guerra, se sintetiza así: 1ª MARXISMO ISRAELITA.—La revolución bolchevique, adueñándose del poder en Rusia después de 69 años de lucha, representa ya en 1917 el primer triunfo de toda una conjura con fines de hegemonía mundial y de magno desquite del fanatismo hebreo. Carente de fuerza numérica, el movimiento político judío creó el marxismo como un instrumento para aumentar su fuerza, así como el hombre se vale de la palanca para decuplicar la energía de su brazo. Judío fue Marx, que concibió la engañosa doctrina; judío Engels, que la alentó; judíos Lenin, Kamenev, Trotsky y otros muchos que la impusieron sangrientamente al pueblo cristiano de la Rusia zarista; judíos Jacobo Schiff, Jacobo Furth, Luis Marshall, Adolfo Kraus y Enrique Goldfogle, que en Washington coaccionaron al Presidente Taft para debilitar políticamente al Zar de Rusia; judíos los banqueros Kuhn Loeb, Félix Warburg, Otto Kahn, Mortimer Schiff, Olef Asxhberg y Rockefeller, que desde Nueva York 658