DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 657
DERROTA MUNDIAL
una resistencia ficticia, convencional, amañada, mientras por debajo del agua se le ayuda
económica y políticamente.
Y una cosa es clara: mientras la influencia del movimiento judío en Estados Unidos siga
siendo tan decisiva como ahora, no podrá haber ninguna verdadera y eficaz acción oficial
anticomunista. Es ignorar completamente el fondo del problema, es absurdo, insensato e
ilusorio, esperar que la camarilla israelita de Occidente combata por los pueblos no judíos
contra la camarilla israelita de Moscú. Las dos buscan, únicamente, la hegemonía del
"pueblo elegido".
Occidente no puede tener una auténtica política occidentalista mientras su política no
esté íntegramente en manos de los propios occidentales. El judío nace y vive en cualquier
punto del planeta, pero no deja de ser judío.
¡Sus 5,726 años de historia lo atestiguan!
LOS DERECHOS DEL PUEBLO JUDIO
No le negamos al pueblo judío el derecho a sobrevivir sin mezclar su sangre con los
demás pueblos, ni el derecho que tiene a practicar su religión mosaica, por la que muchos
judíos no se preocupan en lo personal; pero afirmamos que a lo que no tienen derecho sus
dirigentes es a seguir ejerciendo una actividad netamente política que tiende al dominio
mundial mediante la implantación del Comunismo, que es el supercapitalismo de Estado
manejado por ellos.
La raza y la religión judías merecen todo nuestro respeto, y nos adherimos de corazón
a las decisiones del Concilio Vaticano II en este punto; pero en el terreno político —que
naturalmente no tocó dicho Concilio— no tiene derecho el oculto grupo de dirigentes judíos
internacionales a tratar de esclavizar en primer término a su propio pueblo y en segundo
lugar a todos los demás pueblos de la tierra.
Con San Pablo esperamos ansiosos la conversión de la gran masa del pueblo judío, y
estamos ciertos de que la gran profecía se cumplirá, pero mientras tanto debemos
defendernos, en el terreno estrictamente político —y sin incurrir jamás en los errores del
anti-semitismo—, de la cruel persecución de quienes por ahora no buscan mas que el
absoluto dominio universal. Por otra parte, la conversión —quizá muy lejana aún— de la
masa del pueblo judío, no significa, mientras no llegue el día del Juicio Final, la cesación de
la lucha de la Ciudad de Satán contra la Ciudad de Dios, del materialismo contra el
Cristianismo.
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