DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 656
Salvador Borrego
Dejar a las masas occidentales en el vacío ideológico actual (con el pretexto de que se
estudian planes para su mejoramiento económico) es una ingeniosa forma de cederlas al
avance marxista. Las fórmulas seudocientíficas como móviles populares son un fiasco. A las
masas se les mueve con sentimientos; así lo han hecho la democracia (cuando la
democracia fue activa), el fascismo, el mahometismo, el confucianismo y todas las demás
doctrinas que han arrastrado pueblos.
Por eso la "desinformación" marxista se empeña en esterilizar los sentimientos de lucha
de los pueblos occidentales, porque en esa forma los paraliza ante los avances de la
"revolución mundial". Y en esa tarea es eficazmente ayudada por sus cómplices de
Occidente, que han hecho del anticomunismo oficial un movimiento hipócrita, mañoso,
calculadamente inefectivo. Esto se ha practicado en los últimos 21 años.
En cuanto al anticomunismo de aislados sectores privados, carece de estímulo oficial,
de apoyo económico y de organización. Además, su temor a ir al fondo del problema
mantiene a sus pocos prosélitos en las tinieblas de la desorientación, pues al prescindir del
factor político judío vagan ciegos y sin rumbo entre una confusión de fenómenos
internacionales al parecer incomprensibles.
El verdadero problema, el impulso primario del malestar internacional, reside en el
movimiento político judío que mueve a la URSS y que traiciona a Occidente. Lo demás es
perder el tiempo.
Mentira que el comunismo sea una doctrina nueva y vigorosa que avanza incontenible a
pesar de la oposición. Donde hay resistencia auténtica jamás avanza. Pese a sus
espectaculares progresos en Alemania, Italia y España durante el tercer decenio del siglo,
fue luego abatido en cuanto se le cortó el apoyo masónico oficial.
Si en numerosos países el bolchevismo perdura, es sólo por la fuerza abrumadora de
sus armas y del terror, no por la adhesión de las masas. En cualquier coyuntura el pueblo lo
hace añicos, como en los levantamientos de Berlín Oriental, de Posen, de Hungría y del
Tibet. En Francia casi se le hizo rodar por el suelo en 1958 cuando la insurrección militar
quebrantó la traición gubernamental de los Mendes-France y los Pflimlin. Y pese a la
educación engañosa, a la "ingeniería social" y a la abrumadora matanza de oponentes y
sospechosos, en la URSS todavía ocurren periódicamente temerarios levan tamientos
populares, como el habido en Tiflis en marzo de 1956, como el de los estudiantes de
Temir Tau en octubre de 1959, el de Novocherkask en junió de 1962 y el de Quemerovo,
en Siberia Central, en noviembre de! mismo año, sólo que el monopolio informativo les ha
puesto silenciador.
El marxismo no avanza en los países donde el gobierno no ha entrado en
componendas con él o donde los núcleos judío-marxistas no tienen suficiente fuerza para
imponer su conjura. En cambio, prospera con ribetes de heroísmo donde se le presenta
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