DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 630
Salvador Borrego
CUBA.—El 26 de julio de 1953 fracasó un asalto contra el cuartel Moneada, en
Santiago de Cuba. Fidel Castro —que ya en 1948 había participado en el golpe comunista de
Bogotá— cayó prisionero, fue indultado por Batista y reanudó su conspiración en La
Habana. En 1955 se trasladó a México, en donde tuvo el amparo de eminentes políticos
masones y junto con 60 hombres recibió instrucción de guerrillero en el rancho de Chalco,
Estado de México, de parte del sefardita Alberto Bayo. El 25 de noviembre (1956) zarpó de
Tuxpan en el yate "Gramma", provisto de armas y parque, desembarcó en Cuba, fue
bendecido por la Logia "Juventud en Evolución" y se escondió en la Sierra Maestra, en
compañía de cabecillas rojos tan conocidos internacionalmente como el judío argentino
Ernesto "Che" Guevara Lynch, que al igual que Castro Ruz estuvo fingiéndose católico.
Inmediatamente después los agentes fidelistas comenzaron a colocar bombas en cines,
estaciones, etc., para matar gente inocente y provocar escándalo y terror. Al mismo tiempo
altos círculos de Washington lograban que se prohibiera la venta de armas y municiones al
gobierno de Batista, en tanto que Castro Ruz las recibía de contrabando, un contrabando
que la flota americana "no pudo" impedir en el reducido tramo del Estrecho de Florida.
A continuación el periodista judío-americano Herbert Mattheus entrevistó a Castro Ruz
en su escondite de la sierra y el poderoso periódico "The New York Times", también judío,
lo aclamó como un adalid de la democracia y la libertad. Lo secundaron otros muchos
diarios y revistas judías, la Sociedad Interamericana de Prensa (de igual inspiración) y las
agencias informativas de Prensa, hasta formarle una aureola de heroísmo.
Manipulada ya la "opinión pública" —es decir, DESINFORMADA—, el tercer acto
corrió a cargo del Embajador de Eisenhower, Earl T. Smith, que presionó a los jefes
militares para que negociaran con Castro Ruz. Conseguido esto, el propio Smith se
entrevistó con Batista y con el ministro de Relaciones. "Él embajador pidió disculpas por lo
que iba a decir —refiere Batista— y nos dijo... que Washington consideraba terminado mi
Gobierno".
El régimen rodó así por el suelo y el pueblo cubano creyó hallarse ante el milagro de
un heroico David que había vencido al gigante Goliat, y lo aclamó alborozado.
Detrás de todo ese teatro gigantesco resurgió en Cuba el Partido Comunista y los
líderes rojos se acomodaron en el ejército, en las centrales obreras y en toda la
administración. Su triunfo lo celebraron simbólicamente con matanzas colectivas de
prisioneros y luego con ejecuciones sumarias de más de 600 reos.
La American Red Mogen David for Israel, de Nueva York, demostró inmediatamente
sus simpatías por el castrismo (que en tres días mataba más gente que la Inquisición en tres
siglos) y la Nicaro Nickel del gobierno americano, el Banco de Boston, el National City
Bank of New York y otras poderosas instituciones le adelantaron dinero a cuenta de
impuestos. En seguida Castro Ruz afirmó su dominio mediante armas que recibió de
Estados Unidos y Noruega, y después de Luxemburgo, Bélgica y la URSS.
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