DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 580
Salvador Borrego
algún cargo en Rusia. "A éstos —especifica en su libro 'Agregado Militar en Moscú'— se les
considera con la más profunda sospecha; cada movimiento es vigilado y cualquier intento
de mezclarse con el vulgo es evitado o por lo menos enormemente entorpecido".
Afirma que sólo después de una larga permanencia en la URSS —no como turista
sujeto a recorrido fijo—, puede irse viendo hasta qué grado la población vive no como un
pueblo en el seno de su Patria, sino como habitante de un inmenso campo de
concentración. Moscú y Leningrado, recientemente abiertos al turismo, fueron arreglados
como aparadores, con cicerones de confianza y sitios de t eatral exhibición.
Pese a la tremenda vigilancia, de 1945 a 1961 lograron huir del bloque comunista 10
millones 608,000 personas.
LA "LIBERTAD" QUE ROOSEVELT PROPICIO
En 1938 Hítler multó a la comunidad judía de Alemania debido al asesinato del
diplomático alemán Von Rath, cometido por el terrorista hebreo Herschell Grynszpan.
Roosevelt se apresuró a protestar contra la multa y la llamó un acto de "terror y desafuero".
Dijo que apenas podía creer que tales barbaridades ocurrieran en "pleno siglo XX".
Justamente en el mismo siglo el régimen marxista realizaba matanzas sin precedentes para
afianzar su dominio en la URSS. Y justamente en ese mismo siglo XX Roosevelt le brindó
la oportunidad de expandirse más. Mediante una guerra barnizada de frases de '"libertad" y
"justicia", el marxismo unció a su carro a otros 697 millones de seres...
Otro de los pretextos bélicos esgrimidos por Roosevelt y su camarilla de los Hopkins,
los Baruch y los Rockefeller fue el de que la libertad religiosa se hallaba amenazada por
Alemania. Precisamente entonces esa libertad era orgiásticamente pisoteada en la URSS. El
aparente fervor religióso de Roosevelt no tenía más fin que engañar a las masas creyentes y
hacerlas combatir, sarcásticamente, en favor de los enemigos del cristianismo. Y así se
consumó otro aspecto inconcebible de la Derrota Mundial...
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En cuanto a la religión, ya el Papa Pío XI había condenado desde mucho antes de la
guerra la pretensión nazista de las razas superiores e inferiores. En su encíclica Mit
Brennender Sorge, del 14 de marzo de 1937, expuso detalladamente que esa teoría racista
carecía de bases, dada la igualdad moral de los hombres como hijos de Dios. Igualmente
censuraba diversas violaciones del nazismo al concordato que tenia en vigor con el
Vaticano.
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Sarcástica paradoja fue que Roosevelt, masón 33, tratara de mezclar la religión en su
conspiración prosoviética.
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