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DERROTA MUNDIAL
REMACHANDO LA DERROTA DEL MUNDO OCCIDENTAL
Roosevelt y su camarilla judía fueron los principales forjadores de la derrota de
Occidente. Después de ellos, muchos fieles herederos siguieron sus pasos y consumaron el
desarme, moral y material de las potencias occidentales para dar tiempo a que el marxismo
rehiciera sus ejércitos.
El escritor Mr. Baldwin dice que Truman heredó como consejeros en problemas de
política exterior a un "puñado de hombres astutos", quienes ya habían sido probados por
Roosevelt como partidarios entusiastas del bolchevismo. Entre ellos figuraban Hopkins y el
israelita Baruch; este último al frente de la Comisión de Energía Atómica de la ONU. La
Comisión de Enseñanza Superior de Estados Unidos fue encomendada en aquella época
nada menos que al rabino Stephen Wise.
George H. Earle, ex gobernador de Pennsylvania, declaró ante la Comisión
Investigadora del Congreso Norteamericano que dos semanas antes de que muriera
Roosevelt se entrevistó con él para decirle que iba a hablar al pueblo norteamericano
acerca del peligro soviético. "El Presidente —dice Earle— me prohibió que hablara. No
solamente esto, sino que en un esfuerzo para que no hablara, me mandó a la isla de Samoa
en el Pacífico". Agregó Mr. Earle que no se explicaba por qué Roosevelt seguía afirmando
que los comunistas eran unos santos y que los alemanes representaban todos los males del
orbe.
A raíz de la rendición de Alemania el ejército norteamericano quedo como la fuerza
militar más grande del mundo. La bomba atómica y diversas armas secretas que los
técnicos nazis le entregaron recién terminadas o a punto de terminar, le centuplicaron su
poderío. Roosvelt había muerto, pero muchos de sus herederos continuaban en el poder y
realizaron desde luego un inconcebible movimiento para a debilitar a Estados Unidos y
permitir así que el ejército soviético rehiciera sus fuerzas, modernizara su equipo y pudiera
afianzar el puesto de hegemonía europea, y amenaza mundial, que el judaísmo le había
brindado a través de Roosevelt.
Al concluir la guerra, el bolchevismo había sufrido más de 20 millones de bajas y sus
fuerzas armadas eran las más débiles entr e todos los beligerantes. Para favorecerlo se inició
entonces la segunda parte de la traición a Occiderfte: "Nuestra excelente maquinaria de
guerra- afirma el teniente coronel Paul L Bogen, instructor del ejército norteamericano—,
se convirtió en un esqueleto. Extensos campos de equipo abandonado fueron cubiertos
por malezas que escondían cascos mohosos. El equipo no fue lo único que descuidamos.
A pesar de las advertencias de las fuerzas armadas y sus defensores, las redujimos hasta
más allá de lo prudente". Así quedaron en Europa sólo 7 divisiones y una reserva eventual
de ocho más. Artificialmente se dejó al ejército rojo como amo de la situación -William C.
Bullit da el siguiente testimonio:
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