DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | 页面 556
Salvador Borrego
Solamente si se admite la creencia de que el israelita es el elegido para dominar el
mundo, y de que esa hipotética superioridad le permite multiplicarse en la tumba, puede
aceptarse que durante la guerra perecieron seis millones de judíos, pues la inmensa
mayoría de ellos vive ahora en Europa, en América y en Israel.
Pero independientemente de ese milagro de la resurrección en masa, no cabe la menor
duda —y esto se halla fuera de toda discusión— de que sí perecieron muchos judíos durante
la contienda. Y es asimismo justo reconocer que perecieron con un gran espíritu de com-
bate y con admirable entereza ante la muerte; con esa serenidad que sólo el fanatismo en
una causa es capaz de dar. En cuanto al fanatismo, es de sobra conocido que el israelita ha
venido conservándolo a través de milenios, tanto sobre la creencia de la superioridad de su
sangre (que se niega a mezclar) cuanto sobre su actitud anticristiana y su anhelo de
hegemonía mundial.
Esos israelitas que perecieron durante los últimos cuatro años de guerra fueron
miembros de un secreto ejército de resistencia, de un ejército sin uniforme y sin bandera
visible, que a retaguardia de las líneas organizaba sabotajes, conspiraciones, espionaje y
asaltos sorpresivos. Este encubierto sistema de combate ha sido siempre sentenciado en
todos los países del mundo a la máxima pena de la ejecución. Es un principio de ley
internacional que todo aquel que combate sin uniforme y sin insignias se priva
automáticamente de garantías en el caso de caer prisionero.
Los escritores Goldsmith, Marik, Buch y Ruszicka han relatado cómo sus congéneres
organizaban saboteadores a espaldas de las líneas alemanas en la URSS. En su barrio de
Bialystok organizaron un gran levantamiento que empezó el 16 de agosto de 1943,
encabezado por el líder comunista Daniel Moskovicz y por Mordechai Tanenbaum, di-
rigente del hechalutz. ("Prensa Israelita", 2 de abril de 1964).
El periodista Edwin Hartrich reveló el 26 de febrero de 1948 que un tribunal militar
norteamericano acababa de contradecir el principio básico en que se basaron los procesos
de Nuremberg. El nuevo tribunal dictaminó que "los soldados alemanes eran víctimas de
ataques por sorpresa, hechos por un enemigo con quien no podían batirse en combate
abierto. Era práctica común la emboscada a las tropas alemanas. A menudo los soldados
alemanes eran capturados, torturados y muertos. La mayoría de las fuerzas subterráneas no
cumplían con los reglamentos de la guerra y por lo tanto carecían de todo derecho a ser
tratados como beligerantes...
Los miembros de estos grupos ilegales —añadió el Tribunal Militar norteamericano
radicado en Francfort— no tenían derecho al privilegio de ser tratados como prisioneros de
guerra al ser capturados, y en consecuencia los alemanes no pueden ser acusados de ningún
crimen por haberlos fusilado". Añadía el Tribunal que la ejecución de quienes combaten
sin uniforme era practicada por muchas naciones, inclusive la Gran Bretaña, los Estados
Unidos, Francia y Rusia. Tanto así que el Reglamento de Guerra en Tierra, del Ejército
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