DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 544

Salvador Borrego cuanto lo pedía el fiscal. Hablar de la invasión soviética de Polonia estaba prohibido, pero no de la invasión alemana. Numerosos judíos, que habían emigrado de Alemania a Estados Unidos, regresaron como miembros del Tribunal. Muchos aún no podían pronunciar bien el inglés. "No era necesaria tanta cosa para matarnos", comentó el mariscal Goering. Cuando junto con Hitler ascendió al poder, Goering trabajó infatigablemente y en pocos años forjó la Luftwaffe. Luego se durmió en sus laureles y se volvió disipado y amante de la vida fácil. Por último, en la dureza del cautiverio, reverdecieron su voluntad y su inteligencia. A veces hacía pasar muy malos ratos a sus jueces, con respuestas certeras y sarcásticas, tanto que un día el fiscal Jackson tuvo un acceso de cólera al sentirse ridiculizado, arrojó un legajo de actas lejos de sí y protestó contra el "insubordinado reo". A todos los reos se les acusó de haber propiciado el rearme de Alemania; de haber invadido varios países y de haber encauzado la educación de la juventud hacia ideales nacionalistas, pero todos estos "delitos" eran también compartidos por quienes juzgaban a los reos, pues también en sus respectivos países hubo rearme y también invasiones y educación juvenil a su modo. El cargo más grave —en realidad el único que movía al tribunal— fue el de que los nazis habían perseguido al movimiento político judío, acto al cual se le dio el sugestivo nombre de "crímenes de guerra contra la humanidad". Otro cargo grave fue que los jefes nazis habían barrido con las institu- ciones secretas masónicas, que son uno de los brazos más eficaces del movimiento político judío. Y a eso se le llamó intolerancia y totalitarismo. Sin ningún recato el Tribunal fue produciendo sobre la marcha conceptos nuevos de ley penal y aplicándolos con efectos retroactivos. Se dio el absurdo de que el ministro de Relaciones, Von Ribbentrop, fuera acusado de haber hecho esfuerzos para ganarse la alianza del Japón, como si los aliados no hubieran hecho otro tanto —y hasta recurrido a la presión económica— para forjar la mayor coalición de la historia. Ribbentrop pidió que se interrogara a Churchill sobre los esfuerzos que el propio Ribbentrop había realizado para impedir que la Gran Bretaña le declarara la guerra a Alemania, pero su petición fue rechazada. Preferentemente eran llamados testigos que podían servir para inculpar. Los soviéticos llevaron al mariscal Von Paulus, el de Stalingrado, quien hablando en forma muy extraña calificó de infundada y criminal la ofensiva alemana contra la URSS. Keitel y Jodl le refutaron que se habían congregado 155 divisiones soviéticas a espaldas de Alemania, mientras ésta luchaba en el frente occidental, y Von Paulus dijo… ¡que no lo recordaba! Goering le gritó: "¡Traidor!" 209 209 Quienes habían conocido bien a Von Paulus dijeron haberlo visto muy cambiado y que en ocasiones hablaba precipitadamente y con expresión del que ve aproximarse un peligro. (En 1957 murió en Dresde bajo vigilancia soviética). 544