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DERROTA MUNDIAL
A los prisioneros se les tuvo a ración de hambre casi un año; tenían centinela de vista
en sus celdas, el cual por las noches de rato en rato les echaba una luz en la cara; se les
vistió de harapos y sólo se les permitían ropas decentes al comparecer ante los "jueces".
Salvo raras excepciones les estaba prohibido comunicarse entre sí y se les vigilaba hasta en
la regadera. A veces visitaban la prisión algunos invitados, que llevaban gemelos de teatro y
caminaban identificando a cada reo como si fuera animal de un zoológico.
Al mariscal Goering lo golpeó un guardia porque aquél le pidió que le devolviera su
silla. Streicher se quejó de que sus captores lo habían golpeado y escupido dentro de la
boca, pero sus jueces repusieron que no era eso lo que se estaba juzgando en el Tribunal.
Streicher, que había cometido el "delito" de publicar un periódico hostil al movimiento
político judío, se quejó de que su defensor se negaba a presentar pruebas a su favor porque
temía sufrir represalias. El defensor pidió al Tribunal que lo relevara de su cargo, pero se
le contestó negativamente. Desde 1923 hasta 1945 Streicher editó "el infame semanario
antisemita Der Stuermer", dijo el Tribunal, y se le declaró culpable de "crímenes contra la
humanidad". Pena: la horca.
Es significativo que el único ex ministro de Hitler absuelto en Nuremberg fuera
Schacht. Desde antes de empezar la guerra éste mantenía secretas conexiones con la
maquinaría económica israelita y fue un eficaz traidor. Antes de la guerra saboteó el
rearme del ejército alemán, puso diversos obstáculos en el camino de Hitler, y ya en plena
contienda enviaba secretos al extranjero y alentaba a los generales Witzieven, Hoeppner,
Lindemann y otros a que actuaran contra Hitler. El Tribunal de Nuremberg le reconoció
sus "méritos" y lo dejó libre. Aunque sin un solo centavo porque de sus depósitos bancarios
no habían quedado constancias debido a la guerra, Schacht resultó luego propietario de un
banco, "Schacht and Co.", en Düseldorf, donde vive actualmente.
El fiscal inglés Sir Hartley Shaweross especificó que la competencia del Tribunal se
extendía también "a los actos cometidos contra los judíos alemanes domiciliados en
Alemania". Esto sienta un precedente extraordinario en todo el mundo porque significa
que el hebreo constituye siempre un Estado dentro de otro. Su nacionalidad de naci-
miento o de naturalización no pasa de ser un convenenciero mimetismo que le ayuda a
penetrar en los círculos no judíos.
Fueron tantas las irregularidades del Tribunal Internacional que el juez
norteamericano Carlos F. Wennerstrum de la Suprema Corte de Justicia de lowa, declaró
que “abogados, burócratas, intérpretes e investigadores eran individuos que habían
adquirido la nacionalidad norteamericana hacía poco tiempo y que estaban todavía
embebidos en los odios y prejuicios europeos. Una gran parte de esos nuevos
norteamericanos (judíos) cruzaron el Atlántico durante la guerra, no porque sintieran amor
por América, sino porque temían a Hitler;.. La defensa tuvo acceso solamente a aquellos
documentos que los fiscales consideraron como material en el caso".
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