DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 540
Salvador Borrego
al único movimiento político que luchaba específicamente en contra del más terrible
enemigo que Occidente haya tenido.
La libertad de pensamiento, esgrimida como bandera por el bloque aliado, fue
suprimida por completo en Alemania. Aún ahora no pueden publicarse incontables libros.
Se prohibió la posesión hasta de revistas viejas, en que muchas familias conservaban
fotografías de hijos, hermanos o padres muertos en la guerra.
Algunos técnicos alemanes logr aron escapar a países neutrales. El coronel aviador
Hans Ulrich Rudel, de quien Hitler dijo que era uno de los más valientes soldados que
Alemania había tenido, emigró a Argentina después de que se salvó de ser enviado a la
URSS. Los soviéticos lo reclamaban por haber destruido 552 tanques bolcheviques, pero
el capitán británico Douglas Bader, "as" de la aviación británica y prisionero de los
alemanes durante varios años, influyó para que Inglaterra no entregara a Rudel a los
soviéticos.
También se refugiaron en Argentina: el general Adolfo Galland, ex comandante de los
cazas alemanes; el general Werner Baumbach, ex Jefe del Comando de Bombardeo de la
Luftwaffe; Walter Maltón, diseñador del primer avión sin cola; Kurt Tank, diseñador del
famoso Focke Wulff 190 y de un avión de chorro y varios peritos en energía atómica,
como Richter, Bessemer, Pabst, Mittlehuber, Kleigh y Guido Beck.
TRATO HUMANITARIO A LOS PRISIONEROS
En la pasada guerra ocurrieron muchas paradojas. Una de ellas fue que los nazis no
mostraron gran entusiasmo por los tratados internacionales, tales como la Convención de
Ginebra de 1929, referente al trato humanitario para los prisioneros. Sin embargo, en la
práctica se ajustaron más celosamente a esos convenios que sus contrincantes, pese a que
éstos se ostentaron como defensores del Derecho Internacional y de todos los convenios
humanitarios tendientes a suavizar los horrores de la guerra.
Fueron los sistemas democráticos de Churchill, y no los totalitarios de Hitler, los que
adoptaron el acuerdo de hacer fuego contra las ambulancias aéreas de la Cruz Roja
alemana que recogían pilotos náufragos en el Canal de la Mancha, y fueron esos sistemas
los que dieron por resultado el espesamiento de prisioneros, según lo admite el general
Desmond Young, del Ejército Ingjés. Cuando Francia cayó en manos de Alemania,
ninguno de sus funcionarios o comandantes militares fue totalitariamente ejecutado como
represalia por haber declarado la guerra al Reich. Los generales Gamelin y Weygand y los
políticos Paul Reynaud, Daladier, el judío León Blum y otros muchos líderes que tan
animosos proclamaron la necesidad de aniquilar a Alemania, fueron vencidos y capturados,
pero se les respetó como prisioneros y pudieron sobrevivir bajo custodia alemana para
luego exigir que quienes les habían respetado la vida fueran ahorcados como "criminales de
guerra".
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