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DERROTA MUNDIAL
MIG-15, porque este avión es una copia del caza de propulsión a chorro alemán Focke
Wulff-TA-183, que yo diseñé para la Luftwaffe en 1944-45. El TA-183 estaba casi
terminado cuando finalizó la guerra.
Los rusos también se apoderaron del Me-264, de propulsión de chorro. El profesor
Bock, Jefe de Investigación del Ministerio del Aire Alemán, fue trasladado a Rusia con
gran parte de su personal. Igual suerte corrieron muchos peritos de los laboratorios de
Peenemunde, donde se produjeron la V-l y V-2. El Instituto de Investigaciones
Aeronáuticas y la Estación Experimental Rechlin fueron trasladados casi completos al
campamento Ramenskoe, al sureste de Moscú. A los peritos alemanes que presentaban
resistencia se les amenazaba con ejercer violencia en sus familias o con enviarlos a Siberia
a realizar trabajos forzados.
La mayor parte de los planes "Sanger" para crear un vehículo satélite fuera de la zona
de gravedad de la tierra cayeron también en manos de la URSS.
Las organizaciones rusas MVD y Semersh se encargaron de esta leva de científicos
alemanes, gracias a cuyo trabajo forzado la aviación soviética ha podido erigirse en una
fuerza de primer orden.
La nación más beneficiada con el devastador desmantelamiento de Alemania fue la
URSS, sede del marxismo israelita. No se escaparon de la total destrucción ni las ruinas de
la Cancillería. Los soviéticos volaron hasta los cimientos para que no quedara rastro del
sitio en donde Hitler pereció.
La búsqueda de armas secretas, de peritos y de estudios o descubrimientos científicos
se dirigió primero a los laboratorios y fábricas; continuó en los archivos y por fin terminó
en un escrupuloso cateo de las casas campestres, fondas, establos, lecherías, molinos,
minas abandonadas y hasta corrales de cerdos. Se emplearon detectores de minas, de
millares de domicilios particulares fueron requisados hasta libros, revistas y fotografías —
recuerdos familiares— a fin de borrar todo rastro nacionalista.
Pero si incalculable fue el desmantelamiento industria! de Alemania —que se agregó a
la destrucción de la guerra—, más grande fue aún el desmantelamiento humano. Toda esa
élite de organizadores que pese a su relativamente bajo número constituyen en cada país la
estructura de la nación, fueron desplazados o encarcelados. Tan sólo en los primeros diez
meses de ocupación, en la zona norteamericana se destituyó a 167,512 funcionarios
inferiores, 81,939 jefes industriales y 47,554 jefes de otras actividades. En las zonas inglesa,
francesa y soviética el número total de desplazados y detenidos fue mucho mayor. A todos
se les acusó del delito de haber pertenecido al Partido Nacionalsocialista. En este Partido
no había ningún principio dirigido contra el Mundo Occidental; todo estaba básicamente
encaminado a aniquilar al bolchevismo. Así ocurrió el absurdo de que Occidente castigara
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