DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 54
Salvador Borrego
Pero poco después el primer ministro Rathenau fue muerto a tiros por nacionalistas
alemanes y quedó de manifiesto que la política procomunista no podía dar pasos firmes en
Alemania.
Allí se veía cabalmente el peligro del marxismo y' los influyentes generales Ludendorff
y Hoffma'n se habían puesto desde 1923 en contacto con el mariscal Foch, de Francia, con
miras a forjar una alianza occidental contra esa amenaza. Foch se mostraba bien dispuesto,
pero surgieron muchos obstáculos diplomáticos, tanto en Inglaterra como en Francia, el
general Hoffman. Murió en forma extraña y la alianza no llegó a formalizarse.
En esa agitada situación Hitler trataba de sacar adelante su Partido, que afrontaba
enormes dificultades. La derecha conservadora veía con desconfianza la inclinación del
nacionalsocialismo por los desheredados, en tanto que los revolucionarios izquierdistas lo
combatían furiosamente. En realidad el partido de Hitler era una nueva dirección que ni
marchaba con las injusticias de los conservadores ni comulgaba con la tendencia
internacional del marxismo israelita.
Ante las dificultades de esa lucha nueva, Hitler argumentaba que no es tarea del
teorizante allanarle examino a una idea, sino procurar la exactitud de ésta. En la segunda
etapa corresponde al ejecutor práctico vencer las dificultades.
BAUTIZO DE FUEGO DEL NACIONALSOCIALISMO
Entre cien mil obreros alemanes no hay, por término medio, cien que conozcan la
obra de Marx, obra que desde un principio fue estudiada mil veces más por los
intelectuales y ante todo por los judíos que por los verdaderos adeptos del marxismo
situados en las vastas esferas inferiores del pueblo; ya que tampoco esta obra fue escrita
para las masas, sino exclusivamente para los dirigentes intelectuales de la máquina judía de
conquista mundial".
Pero además de esas dificultades, el tropiezo más grave del Partido Obrero Alemán
ocurrió el 9 de noviembre de 1923 cuando Hitler —alegando que en su vocabulario no
existían las frases "no es posible", "no debemos aventurarnos", "es todavía muy peligroso"—
organizó en Munich un movimiento revolucionario a fin de asumir el poder. En pocas
horas fracasó, hubo varios muertos y Hitler y sus principales colaboradores quedaron
detenidos en la prisión de Landsberg. Allí permaneció un año y ocho días, tiempo que
aprovechó para escribir "Mi Lucha”.
"Mis trece meses de prisión —escribió posteriormente Hitler—: me habían parecido largos,
con mayor razón porque creía que estaría allí seis años. Me sentía poseído de un frenesí de
libertad. Pero sin mi época de cárcel, "Mein Kampf" no hubiera sido escrito. Aquello me
dio la posibilidad de profundizar en conocimientos... También en la cárcel adquirí esta fe
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