DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 532
Salvador Borrego
de nosotros. Habéis combatido como leones. La aplastante superioridad del enemigo nos
ha obligado a replegarnos a una angostísima zona. La continuación de la lucha es imposible
desde las bases que nos quedan”.
“Tripulantes de los submarinos: inquebrantables en vuestro valor bélico vais a deponer
vuestras armas después de una heroica lucha que no tiene igual. En reverente recuerdo
pensamos en nuestros compañeros que con su muerte han sellado su lealtad al Caudillo y a
la Patria. Compañeros: mantened en lo futuro el espíritu tradicional de los tripulantes de
los submarinos, espíritu con el que habéis combatido brava e inquebrantablemente en el
mar durante los largos años de lucha por la Patria. ¡Viva Alemania!"
43 submarinos captaron en alta mar la orden de rendición. Cuando sus tripulaciones,
al fin con nuevas naves y moderno equipo, creían que iban a vengar los golpes recibidos,
llegó la proclama de Doenitz. Aunque ya el final era previsible, algo extraño sin embargo
sobrecogía el espíritu en el instante del desplome final. Algunos comandantes sintieron
deseos de atacar y otros de hundir sus naves. Veterano de muchos combates y de misiones
difíciles, el comandante Schroeteler, del U-1023, quiso poner el ejemplo a los demás y con-
testó así, por radio, la orden de Doenitz: "Llenos de fe y confiando firmemente en usted,
Gran Almirante,, cumpliremos ahora la orden más difícil".
Y la mortífera flota submarina, con la amargura de renunciar a victorias que ya estaban
al alcance de sus armas nuevas, marchó silenciosamente al cautiverio o a su destrucción.
Doscientos quince comandantes dinamitaron o hundieron sus propias naves.
(Según estadísticas inglesas, los submarinos alemanes destruyeron 2,779 barcos aliados
con un total de 14.119,413 toneladas. El especialista norteamericano Dr. Vannevar Bush
dijo que si los últimos submarinos alemanes hubieran sido terminados un poco antes
habrían cambiado el curso de la guerra).
Aunque en la capitulación se estipulaba que el fuego cesaría en todos los frentes a la
una de la madrugada del 9 de mayo, parte de las fuerzas alemanas del frente anti
bolchevique siguieron combatiendo en el sureste de Alemania, en el sector a cargo del
mariscal Schoerner, y la resistencia cesó hasta el día 14, una vez que se perdieron todas las
esperanzas de que las potencias occidentales quisieran salvar del bolchevismo a la Europa
central, incluyendo Checoslovaquia, Hungría, Rumania, Austria y gran parte del Oriente de
Alemania.
El último parte del Alto Mando decía: "Desde media noche callan ahora las armas en
todos los frentes... El heroico frente circular de casi seis años se ha cerrado... En esta hora
las fuerzas armadas recuerdan a sus camaradas caídos ante el enemigo". Entretanto, varios
ejércitos alemanes se replegaban del frente anti bolchevique con una masa de heridos y de
civiles que huían de los soviéticos. Este éxodo llegó hasta el frente angloamericano y los
comandantes alemanes ofrecieron su capitulación y pidieron que se permitiera a los civiles
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