DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 531

DERROTA MUNDIAL "Sí, así es: 'Vista a la derecha', por los muchos, muchos compañeros que han brindado sus vidas jóvenes a la patria. 'Vista a la derecha' por los enormes sacrificios que supo aportar la población civil; por su heroísmo, que ha sido lo más alto que jamás se ha exigido de una población. 'Vista a la derecha' por el legado más valioso que jamás han dejado los muertos por Alemania. 'Vista a la derecha' por las tierras del occidente qué ellos quisieron defender y que ahora son entregadas al abrazo mortal del bolchevismo..." Meses antes de sustituir a Hitler, el Almirante Doenitz (cuyos dos hijos habían perecido ya en el mar) trabajó afanosamente para reconstruir su flota submarina que en seis años de lucha había perdido 777 naves 25,000 marinos muertos y 5,000 prisioneros. Con nuevos oficiales y nuevos inventos logró formar una flota de 398 sumergibles que podían lanzar una tremenda ofensiva, pero en esos momentos ocurrió el desplome. El 1º de mayo 120 submarinos eléctricos del moderno tipo XXI, tenían ya 98 tripulaciones listas para zarpar. Otros 61 submarinos del tipo XXIII, y 8 del tipo XXVI se hallaban también listos. Uno de ellos, el U-2511, de 1,620 toneladas, zarpó de su base de Bergen a fines de abril. Iba al mando del capitán Schnee, ganador de 17 batallas en las que había hundido barcos por más de 200,000 toneladas. 206 El U-2511, tipo XXI, ya no dependía exclusivamente del periscopio, como los antiguos sumergibles; tenía un "ojo eléctrico", el dispositivo "S", que desde 72 metros bajo el agua revelaba la posición de los barcos enemigos. De esta manera, y navegando a 32 kilómetros por hora a tan gran profundidad (los antiguos submarinos sólo desarrollaban 10 kilómetros), la nave de Schnee burló a unos cazasubmarinos y llegó al Atlántico. Al avistar a un convoy navegó por debajo de la escolta hasta ponerse a tiro de un crucero británico. El nuevo sumergible era tan silencioso que nadie había notado su presencia. Ni en el interior de la nave se escuchaba el leve ruido de sus motores, cuyos cilindros eran impulsados por un sistema de transmisión que eliminaba las percusiones; las nuevas hélices no producían turbulencias. El capitán Schnee se hallaba en presencia de un milagro. Los nuevos sumergibles podían realmente burlar las defensas, sin ser ya des- cubiertos, atacar desde gran profundidad y luego escapar más rápidamente que sus perseguidores. Pero no atacó. Dos días antes había captado la orden de cesar el fuego. Otro submarino, el U-3008, del teniente Hanseck, también quedó inactivo frente al enemigo. Fue un sarcasmo del destino que el propio Doenitz que rehizo la flota submarina moderna, tuviera que ordenar la capitulación a las fuerzas que había entrenado para el combate: "A mis hombres de los submarinos: seis años de guerra submarina quedan atrás 206 354 por ataques aéreos, 246 en combates contra barcos y el resto por minas y diversos accidentes. 531