DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 521

DERROTA MUNDIAL inmenso. Pero ha habido muchas personas que han abusado de mi confianza. La deslealtad y la traición han minado la resistencia a lo largo de la guerra. No puedo seguir garantizando al pueblo que lo llevaré a la victoria. El Estado Mayor General no puede ser comparado con el Estado Mayor de la primera guerra mundial. Su labor estuvo muy por debajo de los hombres que luchaban en los frentes... Los esfuerzos y sacrificios del pueblo alemán en esta guerra son tan grandes, que no puedo creer que hayan sido inútiles. El objetivo final debe seguir siendo la conquista de territorios en el Este (la URSS) para bien del pueblo alemán". En la mañana de ese día (30 de abril) Hitler durmió hasta tarde. Cerca del mediodía salió de su recámara y ya para entonces era claro que la última batalla tocaba a su fin. El piso se cimbraba bajo las explosiones. Los hijos de Goebbels hacían cálculos infantiles acerca de la distancia a que estaban cayendo las bombas o los proyectiles de la artillería soviética. Por unos momentos Hitler jugó con ellos y con los cachorritos de su perra "Blondi". Al medio día llegaron informes de que grandes fuerzas soviéticas, irrumpían en el corazón de Berlín. Dícese que Hitler recibió esas noticias "sin muestra de emoción"; al parecer, ya en las profundidades de su interior había concluido la lucha. Hitler llamó a su piloto Hans Baur. Le estrechó la mano y le dijo: "Baur: quiero despedirme de usted; se acerca el fin". Baur le respondió que aún tenía aviones en Reichlin. "Puedo llevarlo a donde usted quiera". Hitler movió negativamente la cabeza. Luego dijo señalando un cuadro de Federico el Grande: "Deseo dejarle un recuerdo. Este cuadro ha sido mi favorito... Le ordeno encargarse personalmente de que quemen mi cadáver"... Como a las dos de la tarde Hitler y Eva se sentaron por última vez a la mesa. Después, ambos reunieron al grupo de principales colaboradores para despedirse. Reprimiendo un sollozo la señora Goebbels pidió al Führer que continuara viviendo. Despacho de Hitler en la Cancilleria de Berlin. El piso se cimbraba bajo las explosiones…Los hijos de Goebbels hacían cálculos infantiles acerca de la distancia a que estaban cayendo las bombas… Por unos momentos Hitler jugó con ellos y con los cachorritos de su perra “Blondi”… —No queda ninguna otra cosa qué hacer, replicó Hitler, y dirigiéndose a Goebbels agregó: —Y a ti te dejo la responsabilidad final de ver que nuestros cadáveres sean quemados inmediatamente. 521