DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 520
Salvador Borrego
aunque nada dice. Tengo entonces ganas de llorar. No puedo en absoluto soportar su
tristeza. Es demasiado pesado para mí y encierra algo de insensato y de irrevocable".
Sobre las relaciones de Hitler y Eva, el profesor Von Hasselbach declaró: "Hitler
seguramente permaneció fiel a Eva Braun y nadie ha dudado tampoco de la fidelidad de
ella para con él". El dentista del Führer, doctor Hugo Blaschke, dijo: "Nada permitía
suponer que Hitler; estuviera enamorado de Eva Braun. Siempre se conducía con ella
como un padre con una hija traviesa. La trataba con indulgencia y muchas atenciones...
Ninguna manifestación particular de cariño permitía suponer que sus relaciones fueran
algo más que una amistad".
Como cosa curiosa, en el Diario de Eva figuraba la transcripción de la siguiente carta de
Hitler: "Amor mío: quieres respuesta para cada una de tus cartas, que me llegan casi todos
los días. No seas tan impaciente y no trates de amenazarme; dices que no me escribirás
más... Yo no pienso solamente en ti, sino en todo un pueblo, en todo un Continente, quizá
en el mundo entero"... Tres días antes del atentado de julio de 1944, en que estuvo a punto
de perder la vida Hitler escribió a Eva una carta con la advertencia de "destruyela". "Amor:
quisiera que vinieras mañana en avión. A veces me obseden ideas extraordinarias,
especialmente durante la noche. Me oprime una inexplicable ansiedad. Ven. y sobre todo,
ven pronto.—Adolfo".—Con fecha 22 de abril de 1942 hay otra nota en el Diario de Eva.
"Acaba de pasar dos horas conmigo. Sólo me dijo: "No quería sino mirarme en tus ojos
fieles". Luego se puso a hablar de la guerra... Cuando habla del Este se torna tan lejano que
apenas lo reconozco"... Muchos coinciden en describir a Eva Braun como "todo lo modesta
y condescendiente que una mujer enamorada puede ser". En carta de despedida a sus
padres, Eva les decía: "¿Qué me podría dar ya la vida? Ella hasta ahora ha sido perfecta".
La cena con que se celebraba la boda terminó a las 2.30 de la madrugada del 30 de
abril. La servidumbre del Refugio fue llamada entonces y el Führer les anunció su
determinación de morir y les dio las gracias por los servicios que le habían prestado.
Había como veinte personas. Todos hicieron el saludo nazi y Hitler fue estrechándoles la
mano a uno por uno. "Le temblaba el pulso —dice una de sus secretarias—, pero
aparentemente estaba calmado".
La noche anterior Hitler había enviado al mariscal Keitel, por conducto del coronel
Von Below, una despedida a las fuerzas armadas del Reich. Elogiaba a la marina "por su
elevada moral" y la relevaba de culpa en la derrota. Lo mismo decía de la Luftwaffe, "que
había combatido con bravura".
Respecto al Ejército, hacía una distinción: de un lado estaba la tropa, que había
luchado heroicamente; del otro lado, los generales "que desperdiciaron el arma magnífica
que tenían en las manos". Concretamente los culpaba de oponerse a su estrategia, de
minar su política y de conspirar, incluso, contra su persona. "El pueblo y las fuerzas
armadas —decía— lo han dado todo en esta larga y dura lucha. El sacrificio ha sido
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