DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 428

Salvador Borrego Mientras miles de civiles perecían noche a noche en los bombardeos, mientras miles de soldados se inmolaban a diario manteniendo el frente, los técnicos alemanes luchaban frenéticamente con el tiempo para suministrar las armas de venganza. No se trataba de fantásticos o ilusorios proyectos, sino de realidades que habían sido sometidas a las pruebas más duras. Las armas ya existen. Pero el proceso para montar máquinas que las produjeran en serie requería tiempo. Era la lucha desesperada que silenciosamente se libraba en las nuevas plantas subterráneas. El proyectil controlado por radio —invento del Dr. Kremer—, la bomba voladora V-l y el cohete estratosférico V-2 habían pasado a la fase experimental y su producción en serie se iniciaba precisamente en 1944. Cerca de Calais se construía febrilmente una enorme instalación subterránea a 110 metros de profundidad con amplias galerías, elevadores, plantas eléctricas y alojamientos para personal, con objeto de lanzar desde ahí una lluvia de proyectiles alados sobre las concentraciones de tropas al sur de Inglaterra. Era ésta la V-3. consistía en unos enormes cañones que mediante cargas explosivas repartidas a lo largo del tubo imprimían a las granadas una velocidad supersónica de 1,500 metros por segundo. Ningún refugio resistiría el impacto. Podrían lanzarse aproximadamente diez mil bombas diarias. La V-l, la V-2 y la V-3 estaban destinadas a frustrar los preparativos aliados de invasión. Y sin invasión, la URSS se hallaba perdida. No solamente sería un golpe demoledor para la moral bolchevique contemplar que sus aliados no podían abrir el tan implorado segundo frente (que en realidad era el séptimo), sino que entonces grandes fuerzas alemanas inmovilizadas en la Europa Occidental podrían lanzarse libremente sobre los soviéticos. El ejército rojo se hallaba tan minado, por las fantásticas bajas sufridas, que toda la suerte de la guerra giraba en 1944 alrededor de la apertura del nuevo frente. Durante varios meses la 200ª Escuadrilla de Combate de la Luftwaffe estuvo haciendo planes sobre operaciones suicidas estilo japonés, pero Hitler las prohibió diciendo que al soldado debían dársele aunque fueran mínimas, posibilidades de salir con vida. En vez del suicidio deberían procurarse nuevas armas, Y en efecto, además de los proyectiles "V", Alemania estaba a punto de montar una revolucionaria aviación de guerra que reconquistaría casi de un solo golpe el dominio del aire. También en este ramo las nuevas máquinas habían pasado ya la fase de experimentación e iba a iniciarse su producción en serie. El Messerschmitt 262 era el primer avión de chorro en el mundo; desarrollaba 950 kilómetros por hora, según se había demostrado ya en una prueba práctica y se le iba a complementar con un nuevo invento, el proyectil-cohete R-4M, calibre 5.5 centímetros. Este proyectil llevaba 400 gramos de altos explosivos y un solo impacto bastaba para abatir una superfortaleza. Con el R-4M se podía hacer fuego de precisión a 800 metros del blanco, fuera del alcance de las armas defensivas del enemigo. Cada caza alemán llevaría 24 428