DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 426
Salvador Borrego
concebida en tales términos que la Gestapo se despistó. Por otra parte, Schacht premiaba
a los generales descontentos a que actuaran en contra e Hitler. En estas maquinaciones
distraía de sus deberes al general Lindemann, encargado del suministro de materiales de
artillería a las ropas del frente antisoviético. Entretanto, un hijo de Schacht moría
prisionero de los rusos.
También en el campo de la diplomacia había otro personaje que ultimaba buenas
relaciones con el judaismo. Era el embajador Von Papen, a quien eminentes israelitas le
pidieron ayuda para evitar que miles de hebreos del sur de Francia fueran trasladados a
lugares que Himmler consideraba menos expuestos para Alemania. Entonces Von Papen,
embajador alemán en Turquía, logró que el Gobierno turco hiciera presión contra
Alemania para suspender ese traslado, invocando que muchos de los afectados eran
descendientes de judíos-turcos. El traslado no se efectuó.
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Mientras esas disensiones internas cundían, los bombardeos de terror siguieron
destruyendo zonas residenciales alemanas y dañando industrias. Esto ocasionó que Hitler le
reprochara al mariscal Goering su "pereza" en la restauración de la Luftwaffe. El general
Guderian presenció la escena y dice que el mariscal "no encontró palabras para responder",
pues en efecto había descuidado su tarea.
El 23 de enero el general Eisenhower comunicó al general Arnold que existía grave
peligro de que Alemania terminara diversas armas secretas antes de que se iniciara la
invasión aliada de Europa occidental, y que esas armas podían frustrarla. En consecuencia,
se redoblaron los esfuerzos para desquiciar la industria bélica alemana. En esta tarea se
empleó un número creciente de tetramotores, escoltados por miles de cazas, que ya
entonces superaban en varios aspectos a los alemanes. El Thunderboldt, el Lightning y el
Mustang tenían más radio de acción y mayor concentración de fuego.
La semana del 17 al 24 de febrero las aviaciones de Roosevelt y de Churchill hicieron
un supremo esfuerzo para aniquilar a la Luftwaffe, tanto en gigantescos combates aéreos
como bombardeándole sus principales fábricas de aviones. En esos ocho días, que se llamó
"la gran semana", hubo 6,155 salidas de bombarderos angloamericanos y 3,673 salidas de
cazas. 383 tetramotores aliados fueron abatidos. La embestida culminó la noche del día 24
con un poderoso ataque contra las plantas de Regensburgo, donde cayeron 64
superfortalezas, que equivalían al 20% de las atacantes. Los norteamericanos no podían so-
portar una perdida tal, que sólo daba a sus tripulantes una vida de cinco incursiones, y la
ofensiva amainó.
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"Memorias".—Franz Von Papen, antiguo rival de Hitler en la Cancillería.
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