DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 406

Salvador Borrego La capitulación de Italia se consumó, en secreto y los italianos entregaron a los aliados los dispositivos confidenciales de las 8 divisiones alemanas que habían ido a ayudarlos en la defensa de su Patria. Seis de esas divisiones se encontraban en el sur de la Península. Aliados e italianos trazaron entonces planes secretos para coparlas y aniquilarlas. La capitulación se mantuvo en absoluta reserva para dar tiempo a que la maniobra de cerco se iniciara. (Los servicios secretos que había organizado el extinto Heydrich tuvieron barruntos de la traición italiana y entonces el almirante Canaris jefe del contraespionaje militar alemán— se empeñó en desacreditar esos informes y en adormecer al Alto Mando. Posteriormente se supo que Canaris, a través de dos invertidos, trabajaba en complicidad con el traidor general Amé, jefe de los servicios secretos italianos). El 7 de septiembre el ministro de la Marina Italiana almirante Conde de Courten, informó al mariscal Kesselring, comandante de las tropas alemanas en Italia, que su flota iba a zarpar para buscar a la flota inglesa. "La flota italiana triunfará o perecerá", dijo hasta "con lágrimas en los ojos", según refiere el historiador Liddell Hart, quien interrogó a diversos testigos. En realidad, la flota italiana iba a zarpar por primera vez en masa, pero no para combatir, sino para entregarse. Cuando la radio de Nueva York anunció la capitulación de Italia, el general italiano Roatta aseguró a los alemanes que se trataba de "una burda maniobra de propaganda". Sin embargo, ya entonces los hechos eran evidentes por sí mismos. Algunos aviones alemanes lograron dar alcance a la flota italiana que navegaba a toda máquina para ir a rendirse, y utilizando una bomba deslizante de nuevo invento, hundieron el acorazado "Roma", barco insignia de la flota, en el que viajaba súper protegido el comandante en jefe, almirante Bergamini. También hundieron otros dos cruceros pesados y dañaron diversas naves. El arma utilizada era una bomba planeadora Heinkel, controlada desde el avión mediante ondas de distintas longitudes. Posteriormente una bomba similar puso fuera de combate el acorazado inglés "Warspite". La tremenda eficacia de este invento estaba fuera de discusión, pero aún no se iniciaba la producción en masa. Mientras la flota italiana pasaba ese trago amargo cuando corría presurosa a rendirse, 5 divisiones italianas y parte de dos más, al mando del general Garboni, fueron concentradas en los puntos estratégicos de Roma para cercar, en combinación con los ejércitos angloamericanos, a las 6 divisiones alemanas que sostenían el frente en el sur de Italia. La situación parecía absolutamente perdida para los alemanes. Una vez más la voluntad de Hitler fue factor decisivo para evitar el desastre; la inquebrantable resolución de salir adelante removió obstáculos que parecían invencibles. El Ministro Goebbels anotó en su Diario el 10 de septiembre: "Hitler preveía la traición de Italia... Y sin embargo, le trastornó bastante. 406