DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 391
DERROTA MUNDIAL
destrozar convoyes aliados en el Atlántico; de la bomba voladora V-1 y del proyectil
estratosférico V-2, capaz de burlar las defensas militares antiaéreas. Y por último, la bomba
atómica.
En 1940, al concertarse el armisticio germanofrancés, Hitler y Goering creyeron que la
guerra sería corta. Dedujeron que tendría que ganarse con las armas ya existentes, sin
perder tiempo en problemáticos inventos, y por tanto suspendieron muchas investigaciones.
Pero en 1943, al ver que la contienda se prolongaba, hubo un cambio de política a ese
respecto. Fueron sacados del frente 10,000 científicos, técnicos y especialistas para reforzar
los centros de investigación y se concedieron altas prioridades de materias primas para
hacer experimentos.
Febrilmente se reanudaron los trabajos sobre el avión de chorro y el cohete guiado
antiaéreo, que pondrían fin al acoso de los bombarderos.
En la gran planta experimental de Peenemunde, cerca del litoral del Báltico, siete mil
químicos, profesores y especialistas en cohetes y motores trabajaban afanosamente. La
instalación de ese enorme laboratorio con los procedimientos técnicos más avanzados había
costado un equivalente a más de 600 millones de pesos.
La V-l (bomba voladora), capaz de llevar una tonelada de explosivos, fue lanzada al aire
por primera vez en 1942, pero algo fallaba todavía y las alas se le rompían. Un año más
tarde la V-l alcanzó un alto grado de perfección y podía volar a más de 600 kilómetros por
hora llevando una tonelada de explosivos; su lanzamiento era sencillo y un ingenioso
dispositivo de brújula y timones le permitía dirigirse con relativa aproximación al blanco
elegido. Aun era frecuente que el impacto se produjera con un error de seis kilómetros y
por tanto no podía usarse como tiro de precisión, pero sí contra grandes concentraciones
de tropas. Hitler ordenó entonces que se iniciara su construcción en serie.
Un fuego concentrado de V-l podía llegar a frustrar los preparativos aliados de invasión.
Además, en Peenemunde se trabajaba también apresuradamente para producir la V-2
(cohete estratosférico), contra la cual no existía medio alguno de defensa; su fantástica
velocidad de 5,580 kilómetros por hora (casi cinco veces más rápida que el sonido) la hacía
inmune al radar, a los cazas enemigos y a cualquier sistema de defensa antiaérea. El
profesor Von Braun y un numeroso grupo de técnicos trabajaban hasta 16 horas diarias en
el invento de la V-2 (originalmente llamada A-4) y en 1940 se lograron los primeros
resultados alentadores. Dos años más tarde ese fantástico proyectil ascendió por primera
vez a la estratosfera y recorrió 270 kilómetros cual bólido interplanetario. El júbilo en
Peenemunde fue inmenso.
El doctor Walther Riedel, uno de los directores del Laboratorio, dio una explicación
comprensible de la fuerza enorme de una V-2: "Tomemos 39 locomotoras de 110
toneladas. Pongámoslas en marcha a 110 kilómetros por hora, contra una pared de
391