DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 387

DERROTA MUNDIAL Los técnicos de la Telefunken informaron que en enero había sido capturado un extraño tubo que llevaba un avión inglés abatido en Rotterdam. Creían que esa podía ser la clave del misterio, pero resulta que cuando estaban tratando de hacer funcionar el extraño aparato en los laboratorios de Zehlendeorf, ocurrió un certero bombardeo aliado, tal como si alguien hubiera traicionado el secreto con que se trabajaba ahí en esa importante tarea. Toda la labor de dos meses de investigación se Y Donetz volvió a lanzarlos al Atlántico. había perdido. Doenitz llegó a. pensar en retirar todos los submarinos, pero reflexionó que a pesar de las pérdidas insostenibles seguían distrayendo enormes contingentes aliados, que de otra manera se volverían sobre los frentes y se traducirían en mayores bombardeos contra la población civil. Sus temores tuvieron una inmediata confirmación porque en un bombardeo de Hamburgo participaron cientos de aviones ingleses que antes estaban empeñados en combatir a los sumergibles. Interrogó entonces francamente a varios comandantes de submarino: "¿Podéis aguantar todavía? A mí pueden decírmelo francamente. ¿Y vuestros hombres aguantan aún?"... —"¡Sí, señor almirante" —fue la respuesta unánime. Aquellos comandantes eran muchachos de 23 a 25 años a quienes el peligro había hecho madurar y endurecerse. Doenitz volvió, pues, a lanzarlos al Atlántico. "Les da la mano —dice un testigo— y los acompaña hasta la puerta; una vez que se han ido, ahora tan a menudo por última vez, sin darle ocasión para acabar de conocerlos, se queda pensando qué época es ésta que en pocas semanas convierte a mozalbetes en hombres". 158 Ese mismo mes de Junio otros 16 sumergibles quedaron sepultados en el mar. En medio año, casi la mitad de toda la flota submarina había sucumbido. En busca de indicios sobre la forma misteriosa en que los ingleses descubrían a los sumergibles, el Almirante Doenitz se apresuraba a conversar con los supervivientes que regresaban. "En verdad —dice— eran quienes estaban más cerca de mi corazón cuando les veía demacrados 158 "Los Lobos y el Almirante".—Wolfgang Frank, oficial de submarino 387