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DERROTA MUNDIAL
Manstein— tampoco le faltaba nunca su socorrida objeción de que si nosotros
ahorrábamos con ello fuerzas, fuerzas ahornaría igualmente el enemigo".
Por esa época el ejército alemán perfeccionó el "ataque desorganizador", o sea
golpes locales para trastornar y frustrar los planes soviéticos o cuando menos para causar
grandes pérdidas mediante un costo reducido. Esas relampagueantes incursiones contra
fuerzas superiores en número quedaron como ejemplo de destreza militar y así figuran en
el folleto 20-233 del Ejército Norteamericano. Una operación típica de ese género la
realizaron tres divisiones blindadas alemanas, o sea la primera SS, la 7ª y la primera
panzer. Durante el día se movieron hacia occidente, para engañar a los rusos, y por la
noche viraron hacia el noroeste y descargaron un golpe de sorpresa sobre el flanco del 60
ejército soviético, al que destrozaron en parte. Penetraron 72 kilómetros, causaron
pérdidas paralizantes a otro ejército y capturaron 200 tanques y 800 cañones.
Durante el segundo semestre de 1943 los cuatro ejércitos alemanes del sector sur
del frente ocasionaron a los rusos 1.080,000 bajas, aproximadamente, al costo de 405,409
bajas de alemanes.
16 MILLONES DE BAJAS EN LA URSS HASTA 1943
El marxismo hizo esfuerzos gigantescos durante todo el año y sin ahorrar sangre se
empeñaba en forzar el fin de la guerra durante 1943. El total de sus pérdidas hasta no-
viembre iba a ascender a 16 millones, entre muertos, prisioneros y heridos. La población se
resintió de esta sangría sin precedente y aumentó la desmoralización. Por eso Moscú
presionó sin cesar a Roosevelt y a Churchill para que aparte del nuevo frente en Italia
abrieran otro más contra Alemania invadiendo Francia.
Para apuntalar la moral de sus tropas Stalin recurrió a los viejos lemas nacionalistas que
el bolchevismo había descartado; prometió la liquidación de los koljoses (control comunista
de los campesinos); habló de la consolidación de la familia, tachada antes de "burguesa", y
hasta hizo un llamamiento á la iglesia como si deseara una reconciliación. Y es que ya para
entonces comenzaba a inquietar al Kremlin la libertad religiosa restablecida por el ejército
alemán en la parte ocupada de Rusia, poblada por más de sesenta millones de seres. Para
no debilitar más su control sobre el pueblo, el bolchevismo usó la falsa promesa de que
también él daría libertad a los creyentes. Entre los rusos no comunistas se dejó correr la
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Se trata de la "Iglesia Ortodoxa Rusa".
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"Como en todas las regiones —refiere el coronel aviador Rudel— no pasan muchos días y los rusos
se nos acercan para preguntar tímidamente si les permitimos que vuelvan a colocar sus crucifijos y sus
imágenes de vírgenes puesto que hasta la fecha los han conservado celosamente ocultos, debido a que
un hijo, o una hija, o el comisario mismo, no los aprobaba. Pero como nosotros no tenemos por qué
prohibirlos, nos van teniendo más confianza... Apenas lo creen, mirándonos con ojos incrédulos. Son
como niños que escuchan un cuento de hadas"...
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