DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 37

DERROTA MUNDIAL grupos —patrones y obreros— y cuya consecuencia, en forma de la disminución de la producción, perjudica siempre los intereses dé la comunidad". Concebía entonces que en el futuro "dejarán de estrellarse los unos contra los otros — obreros y patrones-— en la lucha de salarios y tarifas, que daña a ambos, y de común acuerdo arreglarán sus divergencias ante una instancia superior imbuida en la luminosa divisa del bien de la colectividad y del Estado... Es absurdo y falso afirmar —decía— que el movimiento sindicalista sea en sí contrario al interés patrio. Si la acción sindicalista tiende y logra el mejoramiento de las condiciones de vida de aquella clase y constituye una de las columnas fundamentales de la nación, obra no sólo como no enemiga de la patria o del Es- tado, sino nacionalmente en el más puro sentido de la palabra. Su razón de ser está, por tanto, totalmente fuera de duda". Con la impetuosidad propia de su edad, y además de su carácter, Hitler trataba de persuadir a sus compañeros de que la defensa del proletariado no era la meta del marxismo, ya que si el proletariado llegaba a satisfacer sus propias necesidades, desaparecería como instrumento de lucha de quienes acaudillaban el marxismo. Ahondando en esta hipótesis, llegó a un punto que habría de ser elemento básico en la génesis del nacionalsocialismo, sistema político que luego se divulgó con el apócope de "nazi". Por ese entonces —según posteriormente refirió— creía que los judíos nacidos en Ale- mania sólo se diferenciaban en la religión. "El que por eso se persiguiese a los judíos como creía yo, hacía que muchas veces mi desagrado frente a exclamaciones deprimentes para ellos subiese de punto... Tuve una lucha para rectificar mi criterio... Esta fue sin duda la más trascendental de las transformaciones que experimenté entonces; ella me costó una intensa lucha interior entre la razón y el sentimiento. “Se trataba de un gran movimiento que tendía a establecer claramente el carácter racial del judaísmo: el sionismo... Tropecé con él inesperadamente donde menos lo hubiera podido suponer; judíos eran los dirigentes del Partido Social Demócrata. Con esta revelación debió terminar en mí un proceso de larga lucha interior. Examiné casi todos los nombres de los dirigentes del Partido Social Demócrata; en su gran mayoría pertenecían al pueblo elegido; lo mismo si se trataba de representantes en el Reichstag que de los secretarios de las asociaciones sindicalistas, que de los presidentes de las organizaciones del Partido, que de los agitadores populares... Austerlitz, David, Adler, Allenbogen, etc. "Un grave cargo más pesó sobre el judaísmo ante mis ojos cuando me di cuenta de sus manejos en la prensa, en el arte, en la literatura y el teatro. Comencé por estudiar detenidamente, los nombres de todos los autores de inmundas producciones en el campo de la actividad artística en general. El resultado de ello fue una creciente animadversión de mi parte hacia los judíos. Era innegable el hecho de que las nueve décimas partes de la lite- ratura sórdida, de la trivialidad en el arte y el disparate en el teatro, gravitaban en el deber de una raza que apenas si constituía una centésima parte de la población total del p a í s … 37