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DERROTA MUNDIAL
"Los alemanes iniciaron su segunda gran ofensiva sobre Moscú el 16 de noviembre.
Avanzaron en todo el frente. Las cuatro divisiones comunistas de Moscú recibieron su
bautizo de fuego. .. Sus pérdidas fueron horrorosas.
"Fueron días muy negros para los voluntarios comunistas. La carnicería se convirtió
en una de las grandes glorias de la defensa de Moscú. En cambio, fueron alegres días para
los alemanes. Habían calculado el máximo poder del ejército rojo en 330 divisiones y había
coincidido ese número, pensaban, con el de las divisiones derrotadas. Ahora aparecían ante
ellos unas pocas divisiones nuevas y harapientas, de obreros movilizados con tal prisa que
luchaban con el espíritu de mil demonios. Los alemanes pensaban que el final estaba a la
vista, y los directores de diarios de Berlín fueron advertidos, el 2 de diciembre, para que
reservaran en sus primeras páginas espacio destinado a la caída de Moscú". El judío Mendel
Mann, que había huido de Polonia a Moscú, publicó -últimamente un libro en Israel, "Ante
las Puertas de Moscú", en el cual refiere haber visto una manifestación de rusos que
gritaban en la calle Kaluga: "Muerte a los comunistas. Abajo los judíos... Gracias Virgen
Santa, madre de Dios". Estos manifestantes esperaban la llegada de los alemanes, de un
momento a otro, y fueron diezmados y dispersados por la NKVD.
Para entonces el mariscal ruso Timoshenko había sido sustituido por el general
Zhukov, ex discípulo del general alemán Von Seckt.
Los alemanes agruparon sus tanques en los flancos del ataque: al norte de Moscú, los
ejércitos panzer de Hoeppner y Hoth, y al sur el ejército panzer de Guderian; en el
centro marchaban principalmente divisiones de infantería.
Las principales defensas periféricas de Moscú fueron perforadas. Varias divisiones
siberianas sufrieron enormes bajas, pero no pudieron cerrar las brechas. Hubo días en que
fue militarmente factible que los alemanes llegaran a la capital soviética, pero los caminos
se habían empantanado y los tanques y camiones no podían avanzar ni un metro. El barro
atascó varios días la ofensiva y Von Bock dijo que no había más remedio que esperar las
heladas para que se endureciera el suelo, que era un mar de lodo.
Según se puso en claro 8 años más tarde (al revelarlo el general McArthur), en 1941
operó en Japón una banda de espionaje integrada por el judío-alemán Richard Sorge, por
el japonés Ozaka Hozumi y por la escritora norteamericana Agnes Smedley, y esa banda
comunicó a Stalin el plan alemán contra Rusia y muy principalmente el valioso dato de
que el Japón, pese a su compromiso contraído con Alemania al firmar el pacto
anticomunista, no atacaría a la URSS. Tal cosa permitió a Stalin retirar gran parte de sus
contingentes armados de Asia y reforzar las incógnitas reservas que había ocultado entre
los bosques, muy al oriente de Moscú.
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