DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 256
Salvador Borrego
Es cierto, tomándolo en conjunto, que los, franceses se conducen de un modo feo,
pero están sin embargo cerca de nosotros y me hubiera hecho daño tener que; atacar una
ciudad como Lyon con su catedral... El 22 de junio (cuando la invasión de Rusia) una
puerta se abrió ante nosotros y no sabíamos lo que había detrás. Podíamos temer la guerra
de gases, la guerra bacteriológica. Esta incertidumbre que pesaba sobre nosotros me estre-
chaba la garganta. Estábamos allí, frente a seres que nos eran completamente desconocidos.
Todo lo que se parece a la civilización, los bolcheviques lo han suprimido, y no sentiré la
menor emoción si arraso Kiev, Moscú, o San Petersburgo". (Conversaciones sobre la
Guerra y la Paz).
Las terribles bajas sufridas por el ejército rojo en los primeros meses de la lucha no
fueron estériles porque también ocasionaron bajas a los atacantes alemanes, si bien no
tan desproporcionadas, y porque dieron tiempo a la URSS para aprovechar la enorme
corriente de armamento que le enviaron sus aliados. Sin embargo, el precio de sangre
que el soldado ruso pagó por ganar tiempo fue tan extraordinario y lo soportó con tal
resignación que seguramente ningún otro ejército del mundo podría haber hecho lo
mismo.
Roosevelt y Churchill se hallaban al tanto de las enormes bajas del ejército rojo y
temían su colapso. Desde que se iniciaron las operaciones en Rusia Mr. Churchill puso
incondicionalmente todos los re- cursos del Imperio Británico al servicio de la URSS, y
Roosevelt hizo lo propio a pesar de que Estados Unidos no se hallaba en guerra. Es más,
Roosevelt envió inmediatamente a Moscú a su consejero Harry Hopkins (discípulo del
judío Dr. Steiner), para que Stalin le dijera qué era lo que más necesitaba.
Y detrás de Hopkins se inició ininterrumpido envío de víveres, maquinaria y
armamento. En esta forma el ejército rojo iba a recibir de Roosevelt un total de 427,000
camiones, 5,000 carros blindados, 7,000 tanques, 5,000 tractores de artillería, 2,000 talleres
autopropulsados, 14,000 aviones, 2,000 locomotoras, 11,000 vagones de ferrocarril,
500,000 teléfonos de campaña, 2.670,000 toneladas de productos petrolíferos, 4.478,000
toneladas de alimentos, seis refinerías de petróleo completas, una enorme fábrica de
llantas, grandes cantidades de armas portátiles, medicinas, materias primas, repuestos,
máquinas, tornos y otras, herramientas en gran cantidad. Y de Churchill, no tardó Stalin en
comenzar a recibir parte de un total de 5,031 tanques, 6,800 aviones, 4,600 armas
antitanque y 150 millones de proyectiles.
Es evidente que sin esta gigantesca ayuda directa el ejército rojo habría sucumbido,
pese a su indiscutible superioridad numérica sobre el ejército alemán.
Además de esos envíos de material bélico, la URSS disfrutó de la ventaja de que 63
divisiones alemanas (cerca de un millón de soldados) se encontraban inmovilizados fuera
del frente ruso debido a la política pro soviética de Roosevelt y Churchill. Con esas 63
divisiones Alemania guarnecía la Europa occidental y los Balcanes.
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