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DERROTA MUNDIAL
El golpe inicial de la Luftwaffe fue una terrible sangría para la aviación bolchevique,
superior en número a todas las aviaciones del mundo, pero inferior a la alemana en calidad
y organización.
En los dos primeros días de lucha la aviación alemana reportó 2,500 aviones rusos
abatidos en el aire o en sus aeropuertos. El mariscal Goering no lo creía y mandó ratificar el
dato; como poco después el ejército ocupó los aeródromos y además pudo contar los
aviones derribados en el campo, se precisó que habían sido destruidos 2,700 aparatos.
Apenas repuesto de la sorpresa el comandante judío-ruso Yakov V. Smushkevich lanzó
una masa de reservas aéreas para apoyar a los contingentes terrestres cercados en Bialystok
y Minsk. La flota de Kesselring acudió a frustrar esa ayuda. El general soviético Kopets se
suicidó al perder 600 aviones en su sector.
Enjambres de cazas soviéticos J-15 y de bombarderos relativamente lentos acudían sin
cesar a la batalla.
A las tropas alemanas les sorprendía, la obstinación con que atacaban una y otra vez
las escuadrillas rusas, pese a las grandes bajas que padecían. Y los Stukas alemanes Junker
87 y cazas Messerschmitt 109 partían premiosamente de sus bases y regresaban a
reabastecerse para salir de nuevo al frente. Allí sí estaba la Luftwaffe empeñando a fondo
todos sus efectivos, no como en la llamada "batalla de Inglaterra". Un cruento testimonio de
ese esfuerzo total de la aviación alemana fueron los 6,233 aviones soviéticos abatidos en el
aire o destruidos en tierra durante los primeros 19 días de campaña.
Protegido desde el aire por la segunda flota de Kesselring, Von Bock no soltó su presa.
Tenía careados a cuatro ejércitos soviéticos que desesperadamente trataban de salvarse. Un
ejemplo típico de esta lucha era el sector de la 29° división de infantería alemana, llamada
"Halcón". Varias oleadas de soviéticos gritando "¡hurra!" se lanzaban sobre ese sector para
romper el cerco. Caía una ola, pero la siguiente lograba avanzar más. Para no delatar
anticipadamente sus posiciones, los ametralladoristas alemanes recibieron orden de no
hacer fuego sino hasta que los rojos se aproximaran.
"Mudos de asombro —dice un testigo— escuchaban los ¡hurra! de los soviéticos que
avanzaban en grandes grupos… A los soldados alemanes que servían en las
ametrallador as se les oprimía de angustia el corazón. ¿Quién iba a detener esto? ... Luego
les daban la orden de ¡Fuego!... Ustedes o nosotros, pensaban, y apretaban el gatillo. Caía
una ola, pero en seguida venía la segunda, que se aproximaba más, pero que también
caía. Y luego una tercera y una cuarta, con tanques, cañones y caballos. Los caballos
heridos caían y relinchaban... Era un infierno".
La batalla de aniquilamiento del cerco de Bialystok-Minsk ardió 14 días, del 27 de
junió al 10 de julio, y al desplomarse la resistencia en esa área fueron capturados 323,898
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