DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 189

DERROTA MUNDIAL El Vicemariscal del Aire Británico. Sir Thomas Elmhirst pudo años después averiguar que "Hitler estaba furioso con la primera incursión de bombardeo nodurno de la RAF contra un suburbio de Berlín el 27 de agosto (1940) y ordenó a los bombarderos de la Luftwaffé tomar represalias contra Londres. El ataque empezó el 7 de septiembre" ("Las Fuerzas Aéreas Alemanas". Vicemariscal Elmhiret). Mr. Spaight, ex Secretario del Ministerio Británico del Aire, precisa que Hitler empezó a contestar los bombardeos contra ciudades tres meses después de que la Real Fuerza Aérea los había iniciado, y que estuvo dispuesto, en cualquier momento, a suspender esa clase de guerra. "Desde luego —dice— Hitler no quería que continuase el mutuo bombardeo". Una revelación muy semejante hace el mariscal británico del aire Sir Arthur Harris en su libro "Ofensiva de Bombardeos", en el que defiende la política inglesa de los bombardeos de terror y considera "anticuada" la doctrina de guerra alemana. Fue así como se inició la llamada batalla aérea de Inglaterra: una respuesta alemana a los bombardeos británicos de terror y un acoso sobre la industria bélica inglesa para impedirle que se recuperara, mas no fue jamás un intento formal de "blitzkrieg". Hablando de esos bombardeos alemanes el mismo Churchill confiesa que su efecto "en aquellos días fue objeto de grandes exageraciones", que principiaron el 7 de septiembre (casi cuatro meses después del primer ataque británico de terror) y que cada día la Luftwaffé utilizaba "un promedio de doscientos bombarderos". 89 Para mayor precisión del bombardeo de metas militares, la Luftwaffé puso en juego el invento de enviar dos rayos eléctricos desde diversos puntos, de tal manera que se cruzaran precisamente arriba de la meta elegida. El avión seguía la señal de uno de esos rayos, como si se tratara de un camino aéreo, y descargaba las bombas al escuchar la señal de intersección. Los británicos se sorprendieron de la exactitud de esos ataques, efectuados incluso con niebla o en noches muy oscuras. Poco después descubrieron en un avión derribado un extraño aparato receptor, lograron ciertos informes de pilotos prisioneros y acabaron por descifrar el secreto. Es más, luego las mismas señales de los radiofaros alemanes servían a los británicos para saber con anticipación cuál era la meta que iba a ser atacada. La guerra era una prueba constante para el ingenio de ambos bandos. En agosto de ese año (1940), la aviación alemana tenía 2,669 aviones, o sea: 1,015 bombarderos, 346 aparatos de picada, 933 cazas y 375 aviones pesados de combate. Esta fuerza aérea en aquel tiempo formidable, no fue lanzada en masa contra la población civil británica porque Hitler repudiaba el "bombardeo estratégico". Por otra parte, tampoco se 89 Memorias.—Winston Churchill. 189