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DERROTA MUNDIAL
Compiegne para recibir las condiciones del armisticio. Ahora deben declarar si Francia
depone o no las armas. En el salón donde se llevan a cabo las negociaciones no se oye el
menor ruido. Todos miran hacia Huntziger, quien preside la delegación francesa, y que
ahora, frente al coronel general Keitel, declara:
« 'al poner la firma la delegación francesa, por orden del gobierno francés, al pacto del
Armisticio, los plenipotenciarios franceses consideran necesario hacer la siguiente
declaración: Bajo el imperativo del destino forjado por las armas, que obliga a Francia a
abandonar la lucha en la cual se encontraba inmiscuida al lado de su aliada, Francia ve que
le han sido impuestas rigurosas demandas en condiciones tales que aumentan
considerablemente el peso de éstas. Francia tiene el derecho a esperar que en las futuras
negociaciones Alemania se dejará guiar de un espíritu que haga posible a los dos grandes
pueblos vecinos el vivir y trabajar en paz. El presidente de la delegación alemana, como
soldado, comprenderá muy bien la amarga hora y el doloroso destino que a Francia le
esperan'.»
El coronel general Keitel (jefe del Alto Mando Alemán) contestó: «Confirmo la
declaración recibida aquí respecto a la disposición de firmar el armisticio por orden del
gobierno francés. A las declaraciones que el señor general ha agregado, solamente puedo
dar la contestación de que también es honroso para un vencedor el honrar al vencido en la
forma que le corresponde».
A continuación Keitel rogó a todos los delegados que se pusieran de pie en honor de
los caídos, mientras decía: «Todos los miembros de las delegaciones francesa y alemana
que se han puesto de pie, cumplen en este momento con el deber que el valiente soldado
alemán y el francés han merecido. A todos los que han derramado su sangre y que han
sufrido por la patria, les rendimos honores al ponernos de pie».
El Dr. Paul Schmidt, Jefe de Intérpretes de la Wihelmstrasse, reveló posteriormente:
"Después de la firma del armisticio, sólo Keitel, Huntziger y yo permanecimos en el
histórico carro. Keitel dijo entonces al general francés Huntziger: 'No quiero dejar, como
soldado, de expresarle a usted mi simpatía por el triste momento que como francés, ha
experimentado usted. Su pena puede aliviarse ante el convencimiento de que los soldados
franceses lucharon valerosamente, según yo deseo expresamente manifestarle'. El alemán y
el francés estaban de píe, silenciosos; ambos tenían los ojos llenos de lágrimas. 'Usted,
general —añadió Keitel—, ha representado los intereses de su patria con gran dignidad en
estas difíciles negociaciones', y le dio a Huntziger un apretón de manos».
Era aquella una paz entre soldados...
Muy ajeno estaba Keitel de imaginar que cuando cinco años más tarde la suerte lo
colocara en el lugar del vencido, no habría para él ningún rasgo de caballerosidad. La
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