DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 176

Salvador Borrego
intereses del pueblo francés, y quien se detuviera a reflexionar en ellos traicionaba automáticamente la secreta causa internacional. Posteriormente Petain iba a pagar con prisión perpetua su lealtad al pueblo francés y su temporal deslealtad a las miras internacionales de la guerra.
La aventura bélica a la cual fue lanzada Francia a fin de evitar que Alemania se abriera paso a través de Polonia para su lucha contra la URSS, se epilogó en el armisticio firmado en el bosque de Compiegne, en el mismo carro de ferrocarril donde 22 años antes Inglaterra, Francia y Estados Unidos habían dictado el armisticio a Alemania. Hitler estuvo presente en la ceremonia cuando fueron recibidos los representantes franceses encabezados por el general Huntziger.
Contrastando con la ceremonia del armisticio de 1918, en la cual los representantes alemanes saludaron y no obtuvieron respuesta, ni ninguno de los presentes se puso de pie para recibirlos, Hitler sí se paró al entrar la delegación francesa. Hicieron lo mismo el general Keitel, jefe del Alto Mando Alemán, y el general Brauchitsch, comandante del ejército. A continuación se dio lectura a una declaración a nombre del Führer, en que se hacía constar que Francia había presentado una resistencia heroica y que « por lo tanto, Alemania no tiene la intención de dar a las condiciones del armisticio o a las negociaciones sobre dicho armisticio rasgos de insultos frente a un adversario tan valiente ». Se agregaba que el único propósito de Alemania era terminar el conflicto con la Gran Bretaña y restablecer la paz en Europa.
Después de esos conceptos que abrían a Francia las puertas de la reconciliación, Alemania habló con hechos y por tanto en las condiciones del armisticio no pidió territorio francés, ni colonias francesas y ni siquiera la flota francesa. La condición más dura, pero ineludible, consistía en ocupar temporalmente la costa de Francia, mientras se resolvía la guerra con el Imperio Británico. No ocuparla habría equivalido a dejar las puertas abiertas para que los ingleses regresaran.
Contrastando también con el armisticio de la primera guerra, se permitió a la delegación francesa que se comunicara telefónicamente con su gobierno.
Veintidós años antes se había puesto a los representantes alemanes en la disyuntiva de contestar « sí » o « no » a las condiciones, sin opción de consultar. Con todas estas diferencias, en momentos en que los vencedores podían haber hecho gala de altanería y venganza, Hitler estaba demostrando una vez más que no abrigaba ningún sentimiento de enemistad hacia los países occidentales. Las negociaciones del armisticio, que estuvieron muy lejos de ser una democrática « rendición incondicional », terminaron el 22 de junio y las hostilidades cesaron a la 1.35 del día 24. La ceremonia final se desarrolló de la siguiente manera:
« En todas las caras se refleja la seriedad y la grandeza de esta hora. Los delegados franceses con dificultad logran disimular su intensa emoción. Han venido como soldados a 176