DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 175

DERROTA MUNDIAL los franceses a desplegar «un valeroso esfuerzo» y prometió: «Pondremos a la disposición de los enemigos de la violencia las fuentes de ayuda material de esta nación y activaremos al mismo tiempo los recursos de estas fuentes». Ese mismo día Weygand volvió a exhortar a sus tropas «para que no solamente desplieguen más valor, sino la más obstinada resistencia, iniciativa y espíritu de lucha de que son capaces. El enemigo ha sufrido fuertes pérdidas; pronto habrá de terminar su esfuerzo. Hemos llegado al último cuarto de hora. ¡Sosténganse!» El día 13 Roosevelt volvió a intervenir y cablegrafió a Reynaud que: «mientras los gobiernos aliados continúen resistiendo, este gobierno redoblará sus esfuerzos para mandarles aeroplanos, artillería y municiones». Pero al día siguiente cayó París. El desmoronamiento de Francia era ya incontenible. La batalla iniciada el día 5 en el río Somme degeneraba ya el día 15 en una general persecución. Tan sólo una división blindada alemana, la 7a. de Rommel, capturó 97,000 prisioneros, incluyendo un comandante de Cuerpo de Ejército y 4 comandantes de división, y destruyó y capturó 456 tanques y 4,400 vehículos. Reynaud fue depuesto y sustituido por el Mariscal Petain, quien el día 20 anunció qué había solicitado el armisticio por conducto de España «porque la situación militar no respondía a nuestras esperanzas después del fracaso sufrido en las líneas sobre los ríos Somme y Aisne... Saquemos la lección de la batalla perdida —añadió—. Desde el comienzo de la guerra la tendencia a divertirse era mayor que la disposición para el sacrificio. Se quiso evitar cualquier esfuerzo. Hoy tenemos la desgracia. Estuve con ustedes en los días de gloria y permaneceré con ustedes también en estos días funestos». Petain estaba así coincidiendo con un augurio del filósofo Scnubart, quien años antes de la guerra había dicho que el pueblo francés se hallaba en peligro por su inclinación a los placeres temporales: «Quien no quiere más que gozar de la vida no triunfará de ella». Sin embargo, otro importante factor que debilitó también la resistencia fue que a los franceses se les empujó a una guerra no deseada. La enemistad entre Hitler y Stalin, y el forcejeo del primero por abrirse paso a través de Polonia, era un asunto lejano que en nada afectaba la integridad de Francia. Churchill y Roosevelt se esforzaban por convencer a Petain para que abandonara al pueblo a su suerte, se trasladara a África y continuara la lucha. Pero Petain no se dejó persuadir «Si no he podido ser su espada —dijo a los suyos—, seré su escudo», y se quedó con ellos a procurar que las condiciones del armisticio fueran lo más benignas posible. Consiguió muchísimo para su pueblo, pero este rasgo no se lo perdonaron jamás los estadistas de Occidente. Ciertamente la guerra no se había iniciado atendiendo a los 175