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DERROTA MUNDIAL
los franceses a desplegar «un valeroso esfuerzo» y prometió: «Pondremos a la disposición
de los enemigos de la violencia las fuentes de ayuda material de esta nación y activaremos al
mismo tiempo los recursos de estas fuentes».
Ese mismo día Weygand volvió a exhortar a sus tropas «para que no solamente
desplieguen más valor, sino la más obstinada resistencia, iniciativa y espíritu de lucha de que
son capaces. El enemigo ha sufrido fuertes pérdidas; pronto habrá de terminar su esfuerzo.
Hemos llegado al último cuarto de hora. ¡Sosténganse!»
El día 13 Roosevelt volvió a intervenir y cablegrafió a Reynaud que: «mientras los
gobiernos aliados continúen resistiendo, este gobierno redoblará sus esfuerzos para
mandarles aeroplanos, artillería y municiones». Pero al día siguiente cayó París.
El desmoronamiento de Francia era ya incontenible. La batalla iniciada el día 5 en el
río Somme degeneraba ya el día 15 en una general persecución. Tan sólo una división
blindada alemana, la 7a. de Rommel, capturó 97,000 prisioneros, incluyendo un
comandante de Cuerpo de Ejército y 4 comandantes de división, y destruyó y capturó 456
tanques y 4,400 vehículos.
Reynaud fue depuesto y sustituido por el Mariscal Petain, quien el día 20 anunció qué
había solicitado el armisticio por conducto de España «porque la situación militar no
respondía a nuestras esperanzas después del fracaso sufrido en las líneas sobre los ríos
Somme y Aisne...
Saquemos la lección de la batalla perdida —añadió—. Desde el comienzo de la guerra la
tendencia a divertirse era mayor que la disposición para el sacrificio. Se quiso evitar
cualquier esfuerzo. Hoy tenemos la desgracia. Estuve con ustedes en los días de gloria y
permaneceré con ustedes también en estos días funestos».
Petain estaba así coincidiendo con un augurio del filósofo Scnubart, quien años antes
de la guerra había dicho que el pueblo francés se hallaba en peligro por su inclinación a los
placeres temporales: «Quien no quiere más que gozar de la vida no triunfará de ella». Sin
embargo, otro importante factor que debilitó también la resistencia fue que a los franceses
se les empujó a una guerra no deseada. La enemistad entre Hitler y Stalin, y el forcejeo del
primero por abrirse paso a través de Polonia, era un asunto lejano que en nada afectaba la
integridad de Francia.
Churchill y Roosevelt se esforzaban por convencer a Petain para que abandonara al
pueblo a su suerte, se trasladara a África y continuara la lucha. Pero Petain no se dejó
persuadir «Si no he podido ser su espada —dijo a los suyos—, seré su escudo», y se quedó
con ellos a procurar que las condiciones del armisticio fueran lo más benignas posible.
Consiguió muchísimo para su pueblo, pero este rasgo no se lo perdonaron jamás los
estadistas de Occidente. Ciertamente la guerra no se había iniciado atendiendo a los
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