DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 168
Salvador Borrego
«Las fuerzas alemanas se enfrentaban a una abrumadora superioridad numérica —dice
Liddell Hart en su libro “La Defensa de Europa“—, pero la estocada tan profundamente
asestada al corazón de Holanda ocultó la debilidad de los invasores y creó una confusión
paralizante... Este golpe triple (el de Eben Emael, el del Canal Alberto y el de Holanda) fue
una idea personal de Hitler y su realización había sido puesta en duda por la mayoría de sus
generales».
En efecto, el general Student, comandante de los 4,500 paracaidistas de que disponía
Alemania, dice que la idea de tales operaciones fue de Hitler y que él solo se encargó de
trazar el plan en detalle, contra la opinión de los generales von Reichenau y von Paulus, que
juzgaban irrealizable la maniobra. Ciertamente la primera oleada de paracaidistas y
transportes aéreos sufrió muy grandes bajas. Hubo unidades que perdieron el 42% de sus
oficiales y el 28% de sus tropas, pero en conjunto la audaz operación forzó la capitulación
de Holanda a los cinco días de lucha.
Entre tanto en el extremo sur del frente, el general Ritter von Leeb desplegaba 17
divisiones del Mosela a Suiza y trataba de acosar y fijar en sus posiciones a los contingentes
franceses de las principales fortificaciones de la Línea Maginot.
Pero propiamente dicho, la batalla se libraba en la parte central del frente, en la tenaza
de von Rundstedt. Era ahí donde al mando del general von Kleist se habían concentrado las
diez divisiones blindadas del ejército alemán. Dice Blumentritt que estas 10 divisiones se
hallaban densamente agrupadas, pero que en despliegue podían formar una columna de
1,100 kilómetros (de México a Torreón). Fue una hazaña del Estado Mayor situar y
coordinar para el ataque a la enorme masa de 660,000 combatientes del grupo de ejércitos
de von Rundstedt, en la estrecha frontera con Bélgica y Luxemburgo.
En la vanguardia del conjunto blindado iba el general Guderian, de 52 años, con la
primera división panzer. Ante la indiferencia de la mayoría de los generales, Guderian
había sido uno de los principales organizadores de esa arma, mediante el decidido apoyo
de Hitler, quien se empeñó en que hubiera tanques pesados, no obstante que varios peritos
aseguraban que sólo el tanque pequeño y ligero tendría algún valor. El general Otto von
Stüelpnagel había considerado que la división blindada era "una utopía" y el general Beck
(ex ¡efe del Estado Mayor General y enemigo acérrimo de Hitler) compartía igual juicio. "La
intui ción" de un cabo estaba superando la sapiencia de muchos estrategas de Academia.
El dominio casi instantáneo del fuerte Eben Emael y del Canal Alberto, y el espíritu
ofensivo de Guderian y de las tripulaciones de sus tanques, apoyado desde las alturas por la
nueva aviación alemana de guerra que cumplía apenas cinco años de vida, fueron el fulgu-
rante despuntar de la ofensiva. En las tres primeras semanas de combate la Luftwaffe
derribó 1,142 aviones enemigos, la artillería antiaérea 699 y otros 1,600 fueron destruidos
en sus aeródromos, con lo cual la Luftwaffe conquistó el dominio del aire. Esto le costó a la
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