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DERROTA MUNDIAL
también lo creían en gran parte el jefe del ejército alemán, general Brauchitsch, y el jefe del
Estado Mayor General, Franz Halder.
El sistema fortificado de Eben Emael, en Bélgica, era la primera gran muralla. Su fuego
no dejaba ángulos muertos a su alrededor y según todos los cálculos el avance procedente
de la frontera alemana era imposible. Pero el teniente Witzig, con 78 ingenieros
paracaidistas, descendió a las cuatro de la mañana en el corazón mismo de las
fortificaciones. Algunos planeadores bajaron silenciosamente en los prados y un pelotón
aterrizó en el exterior para llamar la atención. Mientras tanto, los hombres de Witzig se
acercaban a las aspilleras de las casamatas y atacaban a los artilleros con lanzallamas,
bombas de mano y paquetes de trilita. Los grandes cañones estaban siendo vencidos como
monstruos prehistóricos por osadas hormigas. El coronel Ricardo Munaiz («Operaciones
Aerotransportadas») califica este ataque de «espectacular e increíble».
«En cuestión de minutos —dice H. R. Kurz en “La Captura del Fuerte Eben Emael”—
las dotaciones de las armas antiaéreas habían sido vencidas y eliminadas. Los Stukas
bombardeaban entre tanto, la zona circundante de la fortificación con bombas de 500 kilos.
Inmediatamente después los alemanes reforzaron las tropas de asalto con paracaidistas que
descendieron sobre la fortaleza. Con ese contingente los atacantes ascendían
aproximadamente a 300 hombres para el amanecer (la guarnición belga constaba de 1,185
defensores). Para el 11 de mayo prácticamente todas las armas de defensa exterior estaban
fuera de combate... Los alemanes habían construido en Hildesheim un modelo exacto de
Eben Emael para ensayar el ataque. En su asalto verdadero hasta pasaron por alto las
cúpulas simuladas».
Después de treinta y dos horas y media de lucha, Eben Emael cayó a las 12.30 del 11
de mayo. A la vez otra operación de paracaidistas y tropas aerotransportadas se realizaba
para capturar posiciones en el Canal Alberto y facilitar el paso de las tropas. Suprimidos los
peores obstáculos fronterizos para el despliegue de las fuerzas alemanas, divisiones
blindadas y de infantería comenzaron a precipitarse hacia las masas estratégicas del
enemigo. El grupo de ejércitos de von Bock, con los ejércitos 18º, 6º. y 4º integrados por 28
divisiones (420,000 hombres), se clavó profundamente en el norte de Bélgica. Hacia el sur,
el grupo de ejércitos de von Rundstedt, con los ejércitos 12º, 16º, 9º y 2º integrado por 44
divisiones (660,000 hombres), formaba el otro extremo de las tenazas que premiosamente
trataban de cercar al enemigo.
En el extremo norte del frente, o sea en Holanda, siete divisiones se empeñaban en
otra operación de audacia. Cuatro mil paracaidistas descendieron cerca de la capital
holandesa, seguidos de una división aerotransportada de 12,000 hombres y
simultáneamente una solitaria división blindada se lanzó en su apoyo y penetró 144
kilómetros por un sector poco defendido.
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