DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 166

Salvador Borrego desde fuera y desde dentro. En esos días Alemania se salvó milagrosamente de un desplome interior, la situación del Führer volvió a consolidarse y se acataron sus órdenes para lanzar la ofensiva en el oeste. Hitler había intentado lanzar su ofensiva el 9 de octubre de 1939, pero el mal tiempo lo impidió. Pensaba entonces que el grupo de ejércitos de von Bock llevara el centro de gravedad del ataque y que buscara el envolvimiento de los aliados avanzando por la costa. El grupo de ejércitos de von Rundstedt, más al sur, realizaría la cobertura de tal operación. Pero después decidió modificar este plan porque ya era del conocimiento de los anglos franceses. En ese cambio aceptó las sugestiones del general von Manstein, del Estado Mayor de von Rundstedt, para que el grupo de ejércitos de este último se encargara del envolvimiento penetrando con una masa de tanques por las Ardenas, hacia Sedán. El grupo de ejércitos de von Bock trataría de engañar al enemigo haciéndole creer que era el encargado de envolverlo. Para hablar de este plan, von Manstein se entrevistó con Hitler y dice sobre el particular: «Tampoco es imposible que se le ocurriera espontáneamente a Hitler la misma idea, puesto que a veces nos desconcertaba con su certero instinto de las posibilidades tácticas... Eché de ver al momento la extraordinaria presteza con que se compenetraba en los puntos de vista que el grupo de ejércitos trataba de imponer desde hacía meses, así como que en todo se mostraba de acuerdo con nosotros». Adoptado el nuevo plan de ataque, la madrugada del 10 de mayo de 1940, cien divisiones alemanas escucharon la proclama de Hitler, en la que todavía se traslucía que su intención no había sido la de combatir contra Occidente: «El pueblo alemán no fomenta ningún odio ni ninguna enemistad para con los pueblos británico o francés. El pueblo alemán, sin embargo, está hoy en día frente al problema de si desea vivir o sucumbir.... ¡Soldados del frente occidental: su hora ha llegado!... Cumplan ahora con su deber. El pueblo alemán siempre está con ustedes con sus mejores deseos». Minutos después la batalla más grande de la historia iluminaba el firmamento y los bosques de las Ardenas. «Entre la o scuridad —dice Churchill— salían de pronto innumerables grupos de ardorosas tropas de asalto... Mucho antes de que apuntara el día, 240 kilómetros del frente se hallaban en llamas». El golpe principal se había descargado en los bosques de las Ardenas, precisamente donde los Estados Mayores inglés y francés juzgaban impracticable la operación, como 166