DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 152
Salvador Borrego
El 13 de octubre el submarino se hallaba a la vista de las montañas que rodean Scapa
FIow. Prien se sumerge y posa la nave en el fondo del mar, a 30 metros de profundidad.
Ordena a sus 38 tripulantes dormir o guardar absoluto reposo para economizar oxígeno y
luego les anuncia: «Mañana entraremos en Scapa FIow». Un silencio de incertidumbre y
esperanza sobrecoge a la tripulación. Al anochecer de ese día el submarino emerge de
nuevo. Prien duda un instante: hay claridad en el cielo y la incursión resulta así más
peligrosa, pero 24 horas de espera pueden debilitar la moral de sus hombres. Decide
atacar.
La entrada menos arriesgada es la del canal de Kirk Sound. El U-47, de 500 toneladas,
navega en la superficie y todos saben que estará perdido en caso de ser descubierto. Entre
dos barcos hundidos que bloquean el paso hay un cable contra submarinos. El costado de
babor del U-47 rechina al rozar el cable; el motor de babor desacelera y el de estribor
acelera; la nave pasa lentamente. Son segundos de profunda expectación.
La luz de una bicicleta que camina cerca de la costa es visible para los tripulantes. El
submarino se sumerge de nuevo y avanza hacia los muelles. Es la una de la madrugada. Al
principio sólo se distinguen dos barcos-
tanque. Prien siente que todo su esfuerzo ha
sido inútil, pero segundos después distingue la
silueta de dos acorazados. Son la presa más
valiosa que submarino alguno se atreva a
buscar.
Gunther Prien, capitán del submarino
«U-47», que penetró en la base
británica de Scapa Flow y hundió al
acorazado «Royal Oak». «Se elevan
llamas azules, amarillas, rojas... »
El U-47 se sitúa en posición de tiro, Prien
da la orden de «¡Fuego!» Salen disparados
cuatro torpedos, pero sólo uno estalla. Una
columna de agua se levanta entre el
submarino y el acorazado. La escena es
confusa y el éxito no parece logrado. En las
entrañas del submarino la tripulación se
mueve febrilmente cargando nuevos torpedos.
Entretanto, en las defensas de la base naval las
primeras explosiones han puesto a todos
alerta. Churchill refiere que «los primeros
disparos que fallaron, se atribuyeron a causas
internas, pues todos se creían seguros en
Scapa Flow contra ataques enemigos».
Transcurrieron veinte minutos —que para
los tripulantes del U-47 eran una eternidad—.
Prien volvió a dar la orden de «¡Fuego!» Lo
que ocurrió entonces lo anotó él mismo en su libro de bitácora:
152