DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 147
DERROTA MUNDIAL
como signo que escriba en el firmamento de los siglos la historia profunda y arcana de las
culturas.
Ojala no hubiera sido necesario que las cosas ocurrieran así, pero así fueron, tal vez por
alguna razón trascendente que en el futuro pueda llegar a ser superada. Mientras esto
ocurre, se ha visto que los pueblos crecen y se hacen grandes y maduros al golpe de sus
luchas a través de la historia. En la naturaleza todo es lucha, y el hombre no ha podido
sustraerse a este fenómeno. Su milenario anhelo de paz ha naufragado en la injusticia y en
la paz falsa, que jamás puede ser definitiva porque carece de la esencia capaz de darle
perdurabilidad.
Y así hemos visto de tiempo en tiempo que esa paz aparente se rompe en un instante y
reaparece la guerra, con una nueva ilusión de alcanzar la paz verdadera
Es innegable que "en la guerra muchos espíritus creen encontrar la fórmula suprema de
enmendar injusticias, quizá porque en la lucha de vida o muerte sólo queda en pie la
profunda y auténtica voluntad del sacrificio para morir por lo que se proclama. Este rasgo
confiere a la guerra un aspecto grandioso, porque en ella muchos hombres se entregan a la
lucha sacrificándose por las generaciones que aún están por llegar.
Ese rasgo ha sido el relámpago de la espada que ha escrito en el firmamento de los
siglos la historia del dolor de muchos pueblos en su camino —hasta ahora infructuoso— por
alcanzar la paz verdadera, basada en la justicia.
Y ese rasgo se enfatizó antes de la segunda guerra mundial, a veces equivocadamente o
en forma exagerada, por boca de diversos escritores y filósofos.
El Conde de Keyserling precisa en «La Vida Íntima»:
«Desde el punto de vista de la vida terrestre, el derrotista no vale nunca nada —y la vida
de los pueblos es sólo terrestre—. Quien no admite el principio de la conquista y de la
supresión del derecho vigente, rehusa ipso facto admitir el progreso; de lo que se deduce
desgraciadamente, que es para siempre imposible abolir la guerra, pues siempre habrá
momentos en que sólo el empleo de la fuerza permitirá romper los estatismos caducos o
contrarios al instinto vital de una nación dada».
No es por casualidad, ni por caprichos del azar, por lo que tantos hombres han
percibido esa dolorosa grandeza de la guerra.
«Deben amar la paz como un medio de guerras nuevas, y la paz corta mejor que la
larga. Que el trabajo de ustedes sea una lucha, ¡que su paz sea una victoria!... No su piedad,
su bravura es la que salvó hasta el presente a los náufragos», dice Nietzsche en Así Hablaba
Zaratustra.
Y añade en El Crepúsculo de los Idolos:
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