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en la demanda». Francia seguía sus pasos. Y Roosevelt, por su parte, vivía esos días bajo el
temor de «que se llegase a una paz negociada», y a fin de evitarla inició su personal
correspondencia con Churchill .
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Todavía con la esperanza de encontrar posteriormente una transacción, Hitler inició
los preparativos para librar la guerra que no quería con Occidente y la guerra que sí quería,
contra el Oriente. Ya en la encrucijada, ante el mortal peligro de los dos frentes, Alemania
afrontó la guerra con serenidad y con entereza. Como observó Schubart, ningún pueblo ha
hablado tanto de la vivencia de la camaradería propia de la guerra como el alemán:
«Solamente la guerra, con sus sombras de muerte, tiene el poder de romper la coraza
del alma con que se cubre el alemán en el plano individual. La mónada sobrecargada de
responsabilidad personal, que es el alemán, respira cuando la atomizadora vida burguesa
desemboca en el estado unitivo de la guerra... Cuanto más herméticamente nos encerramos
en la propia personalidad, tanto más violento es a veces el afán de librarnos de la cárcel de
la persona. Aquí tenemos la fuente del entusiasmo alemán por la guerra, fuente que emana
de las capas más profundas del alma».
Mucho se ha hablado en contra de la guerra. Pero evidentemente no todo es negativo
en ella. Es en la lucha donde se remueven las más profundas vetas de la personalidad de los
pueblos; es en la lucha donde aflora lo mejor de sus valores y lo peor de sus defectos; es en
el momento supremo del «ser o no ser» cuando se ve lo que en realidad contiene un
pueblo y lo que guarda celosamente como tesoro no de todos los días.
Más antiguo que el deseo de paz es el deseo de guerra. Paz es cesación de lucha; paz es
el reverso de un estado exacerbado de actividad y combate por la existencia. La ausencia de
lucha es la «paz», es decir, paz es falta de algo. Todo lo que vive, lucha.
La guerra es una amplificación gigantesca del espíritu de los pueblos y de los hombres,
en la que aflo ran vivencias ocultas. En ella no solamente hay el significado de un conflicto
entre dos gobiernos o entre dos pueblos: hay también significados más profundos e
invisibles; quizá por eso es una necesidad esporádica de los pueblos y de la humanidad
misma. No simplemente por un capricho irreflexivo, sino por una necesidad potente y
misteriosa, es por lo que grandes masas de hombres en la plenitud de su existencia salen al
encuentro de la muerte.
Por muchos motivos es lamentable que el deseo de guerra sea tan antiguo como el
deseo de paz, pero esto es un hecho. A veces la paz es cesación de lucha, aunque no paz
verdadera. No siempre la paz es esencialmente perfecta, y de ahí que se haya dicho que
todo lo que vive, lucha.
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«Roosevelt y Hopkíns». — Robert E. Sherwood.
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