DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 143
DERROTA MUNDIAL
Con razón Schopenhauer lo llamó el «maestro de la mentira». Y en contraste, el alemán es
el peor diplomático del mundo. Es ésta su más grande debilidad .
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«La diplomacia que no engaña no es diplomacia», y Alemania no logró engañar jamás a
sus enemigos, cosa que les dio opción a prevenirse con mucho tiempo y a mover sus
grandes fuerzas de apoyo.
No solamente carece el alemán de habilidades diplomáticas, sino hasta de refinamiento
de cortesía, y es que en gran dosis la cortesía es ocultamiento de las íntimas opiniones o
exageraciones del afecto hacia el prójimo. Es decir, en la cortesía interviene el engaño, si
bien es cierto que se trata de un engaño que el beneficiario se hace la ilusión de disfrutar
como algo auténtico. Schubart señala que precisamente la virtud de los franceses que más
les granjea la simpatía del extranjero es la cortesía, o sea ese mínimo de respeto que se debe
al prójimo. «El alemán —añade— no admite ni siquiera este mínimo». Y analizando el odio a
los alemanes agrega que ciertamente la propaganda ha jugado un papel importante, pero
que «es también un hecho que ha encontrado terreno propicio. Al alemán no le preocupa
que lo odien...
Muchos llegan a mirar el odio anti-alemán con cierta satisfacción. Ven en él la
confirmación indirecta de su propio valor. Otro grupo considera que lo malo del mundo
odia en el alemán lo bueno del mundo. Un tercer grupo dice: no nos conocen; si nos
conocieran, no nos odiarían... por su apego fanático a las cosas despoja de su natural
belleza, alegría y plenitud de vida al mundo y lo transforma en una ergástula del deber...
«Se ha culpado a los alemanes de ser brutales, pero en realidad no lo son más que
cualquier otro pueblo en guerra. Por el contrario, su sentido de la disciplina los frena más
eficazmente que a ningún otro... Ciertamente el alemán no coincide por completo con la
imagen que de él se forman otros pueblos. Pero l es ofrece para la misma los principios. Les
suministra los elementos del odio que se le tiene. Lo que la envidia y el cálculo político
añaden con exageración ha de cargarse no ya en la cuenta del odiado, sino de los que
odian».
Y fue en esos puntos impopulares del carácter alemán en donde la habilidad
diplomática se apoyó para comenzar a mover pueblo tras pueblo contra Alemania, aun con
perjuicio para los propios pueblos movilizados, como Polonia, Francia e Inglaterra.
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Hitler decía acerca de sus diplomáticos: «Entre ustedes el valor se mide por la altura de los
tacones. Si uno de nuestros diplomáticos tuviera que alojarse en un hotel de tercera categoría o se
viese en la precisión de coger un taxi ¡qué deshonor! Y sin embargo, a veces tiene interés conocer
todos los ambientes... Nuestros propios diplomáticos ¿qué utilidad tuvieron para nosotros? ¿De qué
nos enteraron?» Muchos coincidieron en que el Ministro de Relaciones Exteriores, von Ribbentrop,
carecía de tacto y de amabilidad.
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