DERROTA MUNDIAL - EDICIÓN HOMENAJE AL AUTOR DERROTA MUNDIAL (Edición Homenaje) | Page 141
DERROTA MUNDIAL
En ese odio que Churchill sintetizó al decir que si tuviera que asociarse con el diablo lo
haría, con tal de vencer a Hitler, el Imperio Británico dio un paso hacia la ruina. Se apartó
de su antigua ruta, que oscura y tortuosa, había sido no obstante eficaz y fructífera para su
propio beneficio, y se dejó empujar por intereses ocultos que habían penetrado
profundamente en el egoísta, pero sano instinto vital del Imperio Británico.
Con un intervalo de 19 años comenzaba a cumplirse un augurio hecho por Henry Ford
en 1920:
«El judaísmo tolerará incluso a monarcas, mientras pueda sacar provecho de ellos.
Probable es que el último de los tronos que se derrumbe sea el inglés, porque si de un lado
el sentir inglés se da por muy honrado al servir de protector del judaísmo, participando así
de las ventajas que de ello se derivan, representa, según criterio judío, una ventaja
sumamente importante poder utilizar tal potencia mundial para sus objetivos particulares.
Un clavo saca otro clavo, y esta sociedad limitada durará exactamente hasta que el judío
decida lanzar a la Gran Bretaña a la ruina, lo cual puede hacerse en cualquier momento.
Existen indicios de que el judaísmo se halla próximo a emprender esta tarea».
La simbiosis británico-judía ha existido preponderantemente desde hace siglos. El
rabino Aarón Weisz decía a su hijo Stephen: «En tanto Inglaterra viva, el judío está a salvo».
Y el profeta israelita Teodoro Herlz afirmaba en 1904: «De Gran Bretaña llegará un gran
bien para Sión y para el pueblo judío» .
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Al calor de las prestigiosas pala bras de «libertad», «democracia», «religión», el
movimiento político judío infiltrado en la Casa Blanca tendió una mampara de idealismo,
utilizó el odio de Churchill contra Hitler para lanzar a Inglaterra a la contienda, y con
Inglaterra fue arrastrada Francia, mediante los firmes lazos masónicos.
La guerra que los pueblos francés y británico no querían; la guerra que Hitler se
esforzó tanto en conjurar, estaba firmemente apuntalada por el poder secreto del
movimiento judío. La impopularidad de esa contienda fue barnizada de idealismo, pero no
perseguía ninguna de las metas que proclamaba. Su finalidad era empujar a Occidente para
que combatiera contra Alemania antes de que se iniciara la lucha germano-soviética, pues
de lo contrario sería punto menos que imposible convencer a los occidentales de que
acudieran en defensa del marxismo israelita.
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«Años de Lucha». — Rabino Stephen Wise. (Muestra del mimetismo de numerosos israelitas:
Stephen, hijo de Aarón Weisz, cambió su apellido Weisz por el de Wise, al emigrar de Hungría a
EE.UU. Así le dio apariencia norteamericana. Esto lo describe como «la adopción de una grafía más
sencilla»).
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